Cada diez minutos nace un niño en el mundo sin nacionalidad.
Al no estar adscrito a un Estado, se convertirá en apátrida y tendrá que sobrevivir sin la protección y los derechos que concede pertenecer a un país.
Es un problema que afecta a 10 millones de personas en el mundo.
Ante esto, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) lanzó este martes la campaña internacional I Belong (Yo pertenezco) con el objetivo de acabar en una década con esta situación.
Pero, ¿quiénes son los apátridas?
«En algunos países hay comunidades a cuyos miembros no se les reconoce la ciudadanía», le explicó a la BBC Antonio Guterres, el alto comisionado de la ONU para los Refugiados.
Esa condición, la inexistencia de lazos entre un Estado y un individuo, es la que hace que una persona sea apátrida.
Los Estados son los responsables de regular los asuntos relacionados con la nacionalidad y de decidir quién es un nacional y quién no.
Para tomar esa decisión se basan en las conexiones que la persona tiene con el país. Estos vínculos se pueden definir por el nacimiento, la ascendencia o la residencia.
¿Dónde se encuentran?
La mayoría de los apátridas lo son porque viven en países en los que se les discrimina por su etnia, su religión o su género.
Según Naciones Unidas, los países com más apátridas son Birmania (minoría rohingya), Costa de Marfil (minoría voltense), Letonia y Estonia (minoría rusa), y República Dominicana (haitianos).
Pero también hay apátridas porque el país en el que nacieron ya no existe.
«Tras la desintegración de la Unión Soviética cientos de miles de personas se quedaron entre las grietas. No pertenecen a ninguno de los países que se constituyeron tras la ruptura», pone como ejemplo Guterres.
Nacer siendo desplazado interno o refugiado también es una razón para no poseer ciudadanía.
«El 70% de los niños sirios nacidos en el exilio no cuentan con un registro de nacimiento», lamentó Guterres en rueda de prensa.
En otros casos, la condición de apátrida se debe a que las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres.
«En 27 países las mujeres no pueden transmitir su nacionalidad a sus hijos. Así que, si eres madre soltera, el padre no se conoce o está muerto, el niño queda sin nacionalidad», señala el alto comisionado.
Algunos de estos países son Arabia Saudita, Bahréin, Barbados, Bahamas, Burundi, Irak, Jordania, Líbano, Malasia, Nepal y Omán.
Entonces, ¿a qué se debe su condición?
Todos los apátridas poseen alguno de esos vínculos con al menos un país. «Sin embargo, no tienen nacionalidad, debido a razones legales o de discriminación», explica Acnur.
En el pasado, el criterio para la nacionalidad se basaba en la etnia.
Un individuo pertenecía a una familia, una tribu o una la gente, no a un territorio. Era un principio básico del derecho romano.
Bajo este criterio, los hijos de los apátridas serán apátridas, «al transmitirse la nacionalidad como una enfermedad genética», señala la agencia de la ONU.
Más tarde, la independencia de las colonias inglesas en América y la Revolución Francesa sentaron las bases para el ius soli (derecho del suelo).
Según éste, cualquiera que nazca en el territorio de un Estado tiene el derecho a la nacionalidad o a la ciudadanía.
Pero «en la práctica, la igualdad en la legislación no garantiza todos los derechos inherentes a la nacionalidad cuando existen autoridades que se niegan a expedir la documentación a algunos ciudadanos basándose en el origen étnico, su idioma o religión», dice Acnur.
¿Qué consecuencias tiene ser apátrida?
Entre las consecuencias de ser apátrida, las más evidentes son:
Sin ciudadanía, una persona no puede votar en el país en el que vive.
Y viajar al extranjero es imposible, al no poder obtener el pasaporte.
Sin embargo, esto no frena la movilidad y, como consecuencia, muchos terminan siendo inmigrantes sin papeles allá donde van, con todo lo que conlleva: vivir en la clandestinidad, ser detenidos o devueltos al país del que proceden.
Más allá, los apátridas enfrentan numerosas dificultades en su día a día:
El acceso a la salud, a la educación a la seguridad social o a la jubilación se complica.
En algunos países a los apátridas no se les permite trabajar.
Lo cuenta en un video de Acnur Zainab Shehayib, una mujer que creció en Líbano pero que no tiene nacionalidad libanesa.
Explica, por ejemplo, cómo puso una solicitud de empleo en una empresa de la industria cosmética. «Tenía el perfil perfecto, pues había trabajado en el sector durante dos años».
La entrevista fue bien y terminó firmando el contrato.
Pero antes de marcharse le pidieron el documento de identidad.
«Tan pronto como el empleador escuchó que no tenía papeles, rompió el contrato y lo tiró a la basura», relata.
«Casi es mejor no existir que no tener papeles».
Ante todo esto, «el abuso de las autoridades es un riesgo constante», advierte la ONU.
«Yo pertenezco», la campaña
A pesar de tan negro panorama, Guterres destacó que esta discriminación está en claro retroceso.
En los últimos diez años varios países anularon leyes que impedían a las mujeres transmitir su nacionalidad a los hijos.
Entre estos países están Argelia, Bangladesh, Egipto, Indonesia, Kenia, Marruecos, Senegal, Surinam, Túnez, Yemen y Zimbabue.
Además, 44 países se han unido al centenar que en su día firmaron la Convención de Naciones Unidas sobre el Estatus de las Personas Apátridas, de 1954, y la Convención sobre el Estatuto de los Apátridas.
Pero hay mucho para hacer, según la ONU.
«No es una situación que se pueda aceptar en el siglo XXI», dijo Guterres.
Y aseguró que otorgando la nacionalidad a una persona «ganarían todos».
«Acabar con la situación de los apátridas beneficiaría a los países donde viven esas personas porque podrían aprovechar su talento y de su energía. Para los gobiernos es tanto una oportunidad como una obligación acabar con esta exclusión», dijo al respecto Angelina Jolie, actriz estadounidense y enviada especial de Acnur.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/11/141104_onu_nacionalidad_apatridas_quienes_son_lv