Para algunos el flamante intendente de Yerba Buena, Pablo Macchiarola, puede llegar a ser desde una promesa hasta una incógnita. Dicen que toda «escoba nueva barre bien«. En el caso de Macchiarola, su militancia desde casi un adolescente fue inspirada en la figura de su abuelo (Emilio Sarrulle) quien fue gobernador de la provincia. Esa es su «brújula» personal que marca la dirección a seguir en el ámbito político.
Macchiarola, empezó con el pie derecho en las elecciones provinciales al cosechar una cantidad de votos significativamente superior a su antecesor Mariano Campero, batallando contra un peronismo unido casi en su totalidad tras la figura de Marcelo Albaca, hoy Contador General de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán en la gestión de Rossana Chahala.
Este crédito político es algo que Pablo deberá usar a su favor, aprovechando el enorme respaldo que le otorgó el vecino de Yerba Buena. No obstante, tendrá por delante el desafío de imprimir a su gestión un sello de identidad propia que lo diferencie de Mariano Campero.
En su «X» (ex Twitter) personal, el nuevo intendente de Yerba Buena, Pablo Macchiarola, se muestra tal como se lo conoce. Un tipo «amiguero», apegado y orgulloso de su familia, hincha «Decano» y ubicado respecto al rol que le toca y a las responsabilidades que le caben de acá en más. Firme a la hora de negociar y con convicciones, que se debe a sí mismo, defender.
Desde hace ya tiempo que Yerba Buena precisa de un verdadero «servidor público» como intendente; alguien que tenga un contacto mucho más cercano con el vecino. Se podría decir que el perfil que se requiere en la actualidad, es el de una funcionario con características de «gerente«, que sea capaz de dejar a un lado tanta «militancia» y apego a la coyuntura política provincial y nacional, para dedicar tiempo de calidad a su gestión.
Pablo Macchiarola, asumió recientemente, con el pie derecho la intendencia de Yerba Buena, en un acto formal e institucional en el que Osvaldo Jaldo le tomó su juramento. Esto, en tiempos resulta muy sano para el funcionamiento del municipio y para consolidar una relación «no tóxica» con el gobernador de Tucumán, de extracción peronista.
Yerba Buena requiere absolutamente del respaldo de los resortes estatales que le caben al Ejecutivo Provincial y obviamente a la Legislatura, en donde desde el inicio quedó en claro que no habrá un bloque opositor (UCR-JXC) unificado. La representatividad en el Congreso de la Nación, está asegurada, pero muy ocasionalmente los diputados de todos los partidos asumen su obligación para con el ciudadano de Tucumán y de sus localidades. En estos tiempos, pareciera necesario hacer recordar lo obvio, esto es que los Diputados Nacionales son representantes de los ciudadanos de la provincia a la que pertenecen; mientras que los Senadores Nacionales, son representantes del Estado Provincial.
Campero fue muy hábil para montarse sobre las espaldas de los emprendedores e inversores privados, que en definitiva fueron los que dieron esa sensación de que hubo «grandes mejoras» en la «ciudad jardín«. Este supuesto «desarrollo» o «avance» (palabras difusas desde lo conceptual), no pocas veces fue en sentido contrario de las necesidades e intereses de quienes habitan en Yerba Buena.
La participación necesaria de quienes ocuparon bancas, en todas las gestiones, en el Concejo Deliberante; no fue ajena a la ausencia de propuestas superadoras a la problemática que surge de este desarrollo desordenado, o más bien caótico que padece Yerba Buena desde hace décadas. Las excepciones al Código de Ordenamiento Urbano, pasaron a ser la regla que rigió la conducta de los representantes de los vecinos y ninguna de las gestiones del HCD de Yerba Buena ni ningún concejal de la fuerza política de que se trate, fue ajeno a esta cuestión.
De la mano del desarrollo urbano e inversiones que se produjeron en esta localidad, trajeron consigo los consabidos inconvenientes que surgen de la mano de la verdadera explosión demográfica y de empresas o negocios que literalmente «invadieron» zonas supuestamente para uso principalmente residencial, según lo enuncia el arcaico COU (Código de Ordenamiento Urbano).
La congestión en el tránsito, la proliferación de Centros Comerciales y recreativos, algunos de los cuales encuadran en lo que el COU denomina «Urbanizaciones Especiales» (de más de 2.500m2), pusieron en evidencia además, la falta de adecuación de la infraestructura de desagües, la proliferación de redes conductoras de electricidad de media tensión con grandes pilares de cemento, mismo cemento que fue reemplazando al arbolado característico de Yerba Buena.
Así el cemento fue reemplazando al antiguo césped y evitando la absorción paulatina del agua de lluvia y acelerando la velocidad de descenso de aguas hacia zonas bajas del municipio y de los canales Norte y Sur.
Estos inconvenientes perceptibles a simple vista, van de la mano de aquellos que derivan de construcciones en altura que paulatinamente se van dando lugar para alimentar el ansia de la demanda de espacios en los cuales habitar o instalar empresas, negocios, consultorios, estudios y oficinas varias. Es tan claro esto que si no se toman medidas de forma urgente, durante los cuatro años de la primera (¿?) gestión Macchiarola; Yerba Buena, tal y como la conocemos, simplemente dejará de existir.
Si bien la inversión privada genera ingresos en el municipio, éstos no son suficientes, para devolver al ciudadano o emprendedor, los requerimientos y necesidades que este crecimiento acelerado genera en término de provisión de servicios municipales y provinciales. Esto provoca que los mismos recursos se dividan en mayor cantidad de solicitantes, lo que va en desmedro de la cantidad y calidad de los mismos.
Tanto el intendente Pablo Macchiarola como los concejales, deberán abocarse sea como sea y con altísima prioridad a lograr que se eleve la categoría que hoy ostenta el Municipio de Yerba Buena, que lo signa como de Segunda Categoría.
De acuerdo con los datos del Ministerio de Economía de la Nación, el monto total de coparticipación que recibió Tucumán en noviembre de 2023 fue de $2.636 millones. Por lo tanto, el monto de coparticipación que recibiría Yerba Buena si se elevara su categoría a Municipio de primera categoría sería de $131,8 millones.
Este monto representa un aumento del 6,4% respecto al monto estimado para el año 2023, que era de $125 millones. El aumento se debe a la inflación acumulada en los últimos meses.
Asimismo y en concordancia con las medidas anunciadas por el próximo gobierno de Javier Milei y algunas de las medidas que ya está tomando el gobernador Osvaldo Jaldo; Macchiarola deberá rever el organigrama municipal que se encuentra sobredimensionado en su estructura desde que Mariano Campero dio rango de Secretarías, Subsecretarías y Direcciones a «oficinas» cuasi unipersonales que justifican su rango casi solo para que el funcionario a cargo perciba un salario «decente». Sin duda alguna, muchas de estas reparticiones «cuasi fantasmas», deberían ser absorbidas por otras preexistentes.
Macchiarola no es Campero, eso se irá haciendo más claro a medida de que avance la gestión. Su potencial como dirigente, como gestor, acorde a su carácter y autoexigencia e íntegramente a nivel personal, lo colocan en tiempos de toma de decisiones cruciales, en la situación de hacerse plenamente cargo de inmensas responsabilidades. Dependerá casi exclusivamente de él decidir si, dejando la política partidaria de lado, será la suya una gestión que se caracterice por su compromiso con el vecino, tal como se espera, animándose a avanzar sobre la figura de Mariano campero, que se abocó a capitalizar para sí éxitos ajenos junto a los propios.
Macchiarola puede… Solo falta saber si quiere…