Le Monde Diplomatique publicó en su último número un artículo de Carolina Keve referido a la tensa relación entre una legislación de vanguardia como la nueva Ley Nacional de Salud Mental sancionada en Argentina en 2010 y los obstáculos al cambio que presentan las instituciones de encierro y terapia clásicos como los neuropsiquiátricos. Recordemos que la Ley N° 26.657 (LNSM)
define en su artículo 3ro. a la salud mental “como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona. Se debe partir de la presunción de capacidad de todas las personas (…)”.
Leonardo Gorbacz, autor de la Ley y actual secretario ejecutivo de la Comisión Interministerial de Salud Mental y Adicciones asegura en la nota de Le Monde, que se debe continuar pensando el rol que la cabe al Estado frente a estas personas, dado que un sujeto se define ante todo por tener voluntad. Esa voluntad no puede ser anulada con la excusa de protegerlo como históricamente hizo el Estado tutelar. Sin asentimiento lo que hay no es un tratamiento sino una situación de encierro.
La Nueva Ley como mirada innovadora
La ley prevé que los pacientes deben estar acompañados durante el tratamiento por algún familiar, recibir asesoramiento legal desde el primer momento, no ser discriminados, trabajar y poder tomar decisiones sobre su atención y tratamiento. Marcela Lemaitre, responsable de la División de Salud Mental del Sistema Provincial de Salud de Tucumán (SiProSa) aseguró que “La nueva Ley promueve la interdisciplina, la intersectorialidad y el desarrollo de dispositivos comunitarios alternativos a la internación indefinida. Se intenta mantener el tratamiento en el ámbito comunitario, y considera la internación como última opción terapéutica. Además prohíbe la apertura de nuevas instituciones psiquiátricas monovalentes con lógica manicomial. Y algo importante, aumenta el presupuesto nacional en salud mental”.
Sin embargo la letra de la ley que acompaña los avances de Instituciones estatales, universidades, campo académico/científico y organizaciones sociales se da de frente, en ocasiones, con prácticas que promueven médicos psiquiatras, psicólogos, periodistas y ciudadanía en general. Lemaitre destacó que el espíritu de la LNSM “es un avance significativo en el reconocimiento de las personas usuarias de los servicios de salud mental como sujetos de derecho, tal como plantea la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad”. Y lo que se percibe en las prácticas reales es la tensión entre priorizar esa condición de sujeto de derecho del enfermo y su propia voluntad, por sobre la pulsión tutelar del Estado, que necesita (o necesitaba) marcar los límites de la normalidad aislando al enfermo de la vista de las personas con libertad circulatoria. Esta mirada aislacionista de internación prolongada no ha dado buenos resultados, es muy costosa en términos económicos y sobre todo promueve estereotipos sociales discriminatorios y estigmas que recaen de modo violento en los cuerpos de los pacientes mentales.
En Radio ONU, la emisora online de Naciones Unidas se presentó en enero un informe radial sobre las transformaciones que están viviendo los espacios institucionales y las normativas que regulan los tratamientos médicos que deben recibir los enfermos mentales. El informe enfatizó como obstáculo preponderante a los cambios inclusivos, las resistencias que todavía se viven en Hospitales Psiquiátricos a partir de justificar y alentar la internación por largos periodos de tiempo a los pacientes.
Parte de la enfermedad es la carga negativa que la sociedad pone en el paciente
Los estigmas que sufren las personas con dolencias mentales siguen siendo el caldo de cultivo de la proliferación de medidas de encierro prolongado. Jorge Rodríguez, jefe de la Unidad de Salud Mental de la Organización Panamericana de la Salud explicó que “el estigma es un mal que viene desde tiempos inmemoriales. Antes se consideraba a la enfermedad mental como producto de posesión demoníaca, malos espíritus. En la actualidad hay quienes continúan considerando que son problemas que deben ser aislados porque representan un peligro para sí mismos y para la sociedad. Entonces se considera que los pacientes deben estar internados en manicomios. El estigma se produce cuando se parte de una mirada muy negativa de la enfermedad mental que hace que las familias decidan, por ejemplo, esconder a sus parientes que padecen algunas dolencias. La depresión cae dentro de ese marco estigmatizante como algo vinculado a la psicosis. La conducta suicida, por su parte, está vinculada a una conducta pecaminosa e inmoral. Pero hoy sabemos que son trastornos”.
El médico psiquiatra de la OPS propuso cambiar la mirada y la comprensión de la problemática, “hoy en día necesitamos servicios de salud mental ambulatorios, descentralizados, vinculados a la comunidad y a la Red de Atención Primaria de la Salud”. Luego agregó que “de 5 al 10 % de la población puede padecer de depresión en algún momento, esto lo hace cotidiano en nuestra familia y seres cercanos. En el caso de la depresión el papel de la familia y la comunidad está en lo que se llama la identificación precoz, estar atentos y comprender los signos de alarma. Tender una mano solidaria es el primer paso, y el segundo paso es buscar ayuda médica cuando la situación se torna más grave”.
También sugirió que “en el campo de la medicina y las políticas sanitarias parte del estigma tiene que ver con que se consideren enfermedades crónicas e incurables lo cual complica las coberturas en salud por parte de las corporaciones médicas. O no aceptan, o ponen muchos condicionamientos. Hay que seguir avanzando para revertir y eliminar el estigma que recae en el enfermo mental”
Los trastornos mentales son de múltiples tipos y provocados por factores también diversos pero la depresión y las tendencias al suicidio cobran significancia y aumento en los últimos años. Según la OPS dentro de un par de décadas el 25 % de la población va a sufrir o va haber sufrido algún tipo de enfermedad mental.
Mirar al paciente sin desear su encierro
Existen experiencias de creación de diversos dispositivos y programas para hacer efectivo el espíritu de la LNSM, en muchos casos desde antes de la propia Ley. Por ejemplo la creación en 1999 en provincia de Buenos Aires, del Programa PREA (Programa de Rehabilitación y Externación Asistida) que fortifica los lazos comunitarios para que los pacientes accedan a tratamientos en sus propias comunidades. Los hospitales alquilan casas o habitaciones de viviendas familiares para las pacientes. Se expuso una experiencia de ese tenor hace unos años en “Locas de Amor”, la tira televisiva protagonizada por Diego Peretti y Julieta Diaz. Otro ejemplo fue la creación de la Unidad de Salud Mental de la Defensoría General de la Nación que creó equipos de letrados para representar a las personas que hayan sido internadas contra su voluntad. Para una persona aislada en un hospital a merced de una lógica institucional que desconoce, contar con un abogado que le recuerde cuáles son sus derechos es un salto cualitativo y representa un cambio cultural muy significativo.
La Familia es parte
Marcela Lemaitre aseguró que en Tucumán “se transita un proceso de reforma de la atención de salud mental y adicciones con nuevos servicios de atención en la red periférica y hospitales de referencia y con la transformación progresiva de los hospitales de salud mental. Los nuevos dispositivos implementados en el SIPROSA priorizan la accesibilidad y la continuidad de cuidados entre los niveles de atención implicados”. La especialista destacó el rol que la comunidad tiene en este proceso. De ahí que sea fundamental la transferencia de conocimientos a las familias y actores comunitarios para acompañar los procesos de reinserción social de usuarios internados de larga data y sostener a las personas insertas en su medio familiar y social durante los tratamientos.
Una guía, un protocolo de atención para los usuarios de los servicios
En Tucumán la División de Salud Mental del Sistema Provincial de Salud (SIPROSA) elaboró una “Guía para la derivación de pacientes con consumo de sustancias psicoactivas a establecimientos del sistema provincial de salud”, cuyas premisas se inscriben en los principios de este cambio paradigmático. El texto plantea que el diagnóstico del estado de salud del paciente que presenta signos de alteraciones mentales, debe ser realizado por un equipo de salud con las competencias necesarias para su diagnóstico, tratamiento y/o derivación adecuada. Asegura que se trata de un acto clínico centrado en la salud de la persona y no de un trámite administrativo. “Incluye evaluaciones del estado clínico, psicológico, psiquiátrico y social, que serán prioritarias para definir la modalidad de tratamiento y la complejidad necesaria para la atención dentro de los dispositivos disponibles”.
En la guía se plantea que “de conformidad a los postulados de la Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.657, debe priorizarse aquella estrategia de tratamiento que menos comprometa la continuidad de los lazos sociales del paciente (familiares, afectivos, laborales, educativos, etc.)”.
Asimismo se destaca que el Sistema Provincial de Salud de Tucumán cuenta con dispositivos para tratamiento ambulatorio, centros de día y dispositivos de tratamiento en internación (en crisis y en modalidad residencial). En todos los casos, es necesario destacar que se trata de establecimientos sanitarios, orientados principalmente a la atención de la salud de los pacientes que en ellos se tratan, “por lo que no cuentan -per se- con dispositivos de seguridad, ni recursos materiales o humanos que permitan garantizar la permanencia forzada de los pacientes en la institución, la imposición de conductas en forma compulsiva o la contención de hechos de violencia que excedan la finalidad propia de los establecimientos de su especie (efectores sanitarios)”.
En cuanto a la modalidad de tratamientos ambulatorios está dirigida a pacientes con contención familiar y/o social en su presentación espontánea, o por derivación judicial o de institución social con capacidad de responsabilidad para el sostenimiento de un tratamiento, o bien a personas con conciencia de enfermedad, cuyos síntomas sean considerados por los mismos pacientes como egodistónicos, razón por la cual pueden pedir expresamente y sin intermediarios acceder a la atención especializada.
Son el eslabón de inicio de tratamiento complementario, en caso de pacientes que hayan ingresado en Centro de día o en Internación, en cuyo caso será el dispositivo esencial para cubrir las etapas finales del tratamiento. El sistema público ofrece servicios ambulatorios de tratamiento en Centros de Atención Primaria con atención Psicológica, en Hospitales como el Servicio de Prevención y Asistencia de las Adicciones del Hospital Avellaneda, el Servicio de Salud Mental del Hospital Belascuain de Concepción, el Servicio de Salud Mental Infantil del Hospital Obarrio y el Servicio de Salud Mental del Hospital Eva Peron. También en Consultorios Externos Hospital de Salud Mental Nuestra Sra del Carmen y en Consultorios Externos de Hospital de Salud Mental J. M Obarrio. Se agregan los proyectos que llevan adelante las ONGs con convenio con el S.IPRO.SA. En los CAPS se brinda asistencia a problemáticas de salud mental leves y moderadas o severas en articulación con los servicios de salud mental de 2 y 3ª Nivel de Atención y otros sectores involucrados según necesidad. En el Hospital Avellaneda se brinda atención ambulatoria a pacientes de ambos sexos a partir de los 13 años usuarios de sustancias psicoactivas (uso, abuso, y dependencia), con patología dual, o con causa judicial (privados de libertad o con medidas cautelares) y sus familiares.
En Concepción atienden a usuarios de ambos sexos a partir de los 14 años, mientras que en el Hospital Obarrio se atiende a niños con problemáticas de salud mental y adicciones hasta los 15 años.
La Comunicación también es responsable
El nivel de presencia en la vida cotidiana impone nuevos desafíos, aprender a comunicar de manera responsable problemáticas vinculadas a la salud mental está entre ellos. Hablábamos de desarmar estereotipos para cambiar los vínculos y los abordajes. El lugar de los medios de comunicación gana peso dado que se trata de un espacio motor de debates públicos e imaginarios sociales. El Ministerio de Salud de la Nación elaboró una guía destinada a periodistas para adquirir herramientas y conocimientos básicos para el tratamiento de noticias vinculadas a las diversas aristas de la Salud Mental “Recomendaciones para el tratamiento de temas de salud mental en los medios”. Según esta guía los periodistas y comunicadores deben promover el uso correcto del lenguaje con denominaciones acordes al modelo comunitario y de inclusión social, evitando así la perpetuación de estigmas y discriminación a través de las palabras.
Cuando se abordan noticias protagonizadas por personas en una situación de padecimiento destacar ese aspecto solo si fuera relevante para comprensión de la información, en general. Se debe evitar etiquetar a los individuos sustantivando su condición: «un esquizofrénico», «un depresivo», «un loco”; “un drogadicto”, “un borracho”. Es recomendable utilizar expresiones como “personas con padecimiento mental” (denominación que utiliza la Ley N° 26.657); “personas con discapacidad psicosocial”; “personas en situación de discapacidad psicosocial”, “personas usuarias de los servicios de salud mental” (contemplando los estándares internacionales en materia de derechos humanos de las personas con discapacidad y la actual discusión de este grupo en torno a cómo autodenominarse).
Algunas cuestiones a tener en cuenta en el Tratamiento mediático
Información. Difundir conocimientos actuales sobre los padecimientos mentales, los tratamientos y pronósticos. Referirse a los dispositivos de salud mental y apoyo social por su nombre, en lugar de utilizar términos propios del viejo paradigma de atención tales como «reclusión, encierro, internamiento en centro psiquiátrico, manicomio».
Imágenes. Difundir imágenes positivas de personas con padecimiento mental en contextos normales de vida, en el trabajo, viviendo en la comunidad, etc.; en lugar de las frecuentes fotos de personas con la mirada perdida, tendidos en el suelo tapándose la cara o en largos pasillos oscuros con luz al final.
Protagonistas. Facilitar que sean las propias personas con padecimiento mental las que participen en los reportajes. Una idea errónea y estereotipada es que «no opinan, no tienen capacidad de decisión». En muy pocas ocasiones la información proviene directamente de personas con enfermedad mental y ocasionalmente puede venir de asociaciones de familiares. Nos ayuda a desmontar estereotipos y prejuicios falsos y negativos, ya que nos hace ver más a la persona y menos a la etiqueta.
Prejuicios. No asociar violencia con salud mental. Es bastante frecuente encontrar noticias relacionadas con eventos violentos en que se cita que el acusado (o presunto autor) padece una enfermedad mental. Generalmente son noticias que omiten cierta información y, por lo tanto, se produce un sesgo en el relato que conduce a mantener los prejuicios.
Palabras apropiadas. Evitar el uso inapropiado de términos del campo de la salud mental en otros contextos. Es frecuente encontrar noticias que no hacen referencia directa a la salud mental, especialmente en artículos de opinión o de deportes y cultura, en los que se utiliza terminología del campo médico para describir situaciones, personas o cosas que no tienen nada que ver. Por ejemplo, en el caso de la esquizofrenia, se usa a menudo para adjetivar una situación caótica, irracional, extravagante, etc.
Escrito por Emanuel Gall
Fuente: http://www.agencia-anita.com.ar/index.php/salud/779-en-salud-mental-el-principal-encierro-esta-en-nuestras-mentes