CARAYÁ: Dos jóvenes emprendedores tucumanos de 19 años nos muestran que Ezeiza no es la única salida

Si bien es cierto que en nuestro país no es fácil encontrar el camino para forjarse un futuro; abundan ejemplos de jóvenes emprendedores que se niegan a emigrar y eligen quedarse en su provincia y en su país a invertir y trabajar.

Es el caso de Patricio Linzey y Eduardo Mirande (ambos de 19 años), propietarios del emprendimiento que denominaron «CARAYÁ«. Una opción que encontró una veta en la comercialización de productos alimenticios saludables.

«CARAYÁ« es una empresa dedicada a la venta y distribución de alimentos saludables, pero eso no es todo lo que hay para contar…

«Cuando alguien va a comenzar un emprendimiento, y quiere volcar una idea a la realidad,
es natural que el primer incentivo que se considere es el beneficio económico, aunque esto nunca es suficiente a largo plazo. Reinvertir, siempre es la clave para crecer; en definitiva esto es lo que hace que uno se plantee metas más elevadas y se comprometa mucho más con el emprendimiento«, nos comenta Eduardo Mirande.

«La referencia de mi abuelo, que dedicó gran parte de su vida al rubro de venta de automotores, sin dudas marcó mi espíritu emprendedor. Desde muy chico siempre me gustó acompañarlo en su concesionaria y era inevitable ir incorporando conceptos y formas de ver la vida que me sirvieron de mucho a la hora de saber qué es lo que quiero para mí en el futuro«, nos cuenta Eduardo.

«Empecé a estudiar Administración de Empresas porque creo que es la carrera que me brindará las herramientas para lograr mis objetivos. Sin embargo, creo que eso no es suficiente; es por esto que con Patricio decidimos tomar más responsabilidades y así nació CARAYÁ«.

«Estudiar y emprender son cosas posibles, pero exige dejar de lado ciertas cosas o restringir otras. El deporte, los amigos, la vida nocturna, etc., muchas veces se ven relegadas por la necesidad de cumplir con horarios y metas. Yo me levanto a las seis de la mañana y primero me dedico a todo lo que tiene que ver con la facultad, luego me aboco a las exigencias y desafíos que me exige CARAYÁ«. «Nada se consigue sin esfuerzo, aunque hago lo imposible para no descuidar mi vida social, mis amistades, la práctica de algún deporte; que en definitiva te ‘abre la cabeza’ y te da contacto con la vida real», relata de manera entusiasta Eduardo Mirande.

Patricio Linzey, por su parte, nos cuenta: «Yo nací en Buenos Aires mientras mi padre hacía la residencia como médico; pero viví casi toda mi vida en Tucumán. Soy un apasionado del deporte y practiqué mucho tiempo, Tennis, Fútbol y Voley. En la actualidad estudio la carrera de medicina en la UNT«.

«La mayoría los chicos de mi edad tienen «impreso» ese formato que la sociedad te impone: ‘Estudiar una carrera, tener un título y ejercer tu profesion, generalmente siendo empleado toda tu vida. A mí eso mucho no me cerraba y quería buscar algo más. Es por eso que encaré este proyecto y comparto con Eduardo la forma de ver las cosas en este sentido».

«Intento siempre no dejar de lado las actividades normales para alguien de mi edad, así que si bien tengo como meta la facultad y el trabajo en CARAYÁ, trato de vivir la vida y de disfrutar como cualquiera».
«Preferí dejar de lado el ‘colgarme’ con el celular, Instagram, Netflix y esas cosas, que te insumen mucho tiempo inútil«, concluye Patricio.

Ambos jóvenes emprendedores tuvieron la oportunidad de asistir a un colegio en el que se organizaban concursos de emprendimiento entre alumnos de los últimos años… ¿Será un ejemplo a imitar por parte de otras instituciones educativas?

Los noveles empresarios coinciden: «Simplemente nos planteamos el hecho de que, si queremos lograr algo, debemos trabajar por ello». «Muchas veces ante la pregunta sobre ‘¿Qué hacer?’, una de las opciones que los jóvenes de nuestra edad contemplan, es salir del país, escapar de la situación…». «Sin embargo, se nos ocurrió la idea de que, para crecer y ser mejores, la respuesta no era irnos, sino quedarnos a pelearla acá», replican al unísono.

«El sentimiento ese de ‘patriotismo’, que tenemos -por ejemplo, con el fútbol- se puede aplicar en cada aspecto de la vida. Comprometernos con nuestro trabajo, con la familia, con lo que estudiamos, es una manera de poder empezar a sentirnos  orgullosos de llamarnos argentinos. No solo por haber ganado la Copa del Mundo, sino por el país que forjamos».

«Cuando pensamos en CARAYÁ, no solo detectamos que existía un ‘nicho comercial’, sino que tratamos de conjugar y conceptualizar en una idea, todo aquello que se refiere al consumo, dentro del rubro de ‘alimentos saludables'». «De algún modo, esto nos exige tomar el compromiso de elegir cada producto con un parámetro muy exigente en cuanto a lo que tiene que ver con su producción y tratamiento, hasta que llega a manos del cliente«, cuentan ambos.

«Promover como opción, la idea de que es ‘más rico y saludable’, cambiar un alfajor o una golosina por unos frutos secos, es algo que cada vez encuentra más adeptos. Son muchos los que ya se dieron cuenta que los efectos se hacen sentir en muy corto plazo, cuando se modifican los hábitos alimenticios. El consumo de este tipo de alimentos como complemento, o como parte constitutiva principal de una comida o de un snack, influye directamente en el cuerpo, y con su aporte integral en todos los aspectos de la salud, que se manifiestan inclusive hasta en la apariencia física. Estos alimentos contribuyen también a un equilibrio hormonal, estabilidad emocional e intelectual y mejores rendimientos ante las exigencias laborales y deportivas, entre otras«.
  

«Al fundar CARAYÁ, pensamos en recompensas a mediano y largo plazo. Queremos llegar a todo el país, que nuestro producto sea humildemente un ejemplo de que con una idea sencilla y mucho trabajo, salir adelante en nuestro país es posible. No tenemos temor a decir que no nos cabe duda alguna que, somos simplemente una muestra entre tantas, de que no hay que dejarse llevar por el desánimo y el constante bombardeo negativo, de que acá las cosas no funcionan. Como dijimos, la salida no es Ezeiza… El futuro puede estar a la vuelta de la esquina. Solo hay que estar dispuestos a tomar el desafío«.

Así concluye esta nota esperanzadora que sin dudas tendrá un «efecto contagio» para muchos jóvenes que se ven abrumados por la desesperanza.

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