Vecinos de Yerba Buena indignados por la mala atención en el Centro Asistencial Ramón Carrillo

Cada vez que en Yerba Buena surge un comentario que involucre al Centro Asistencial Ramón Carrillo (lo que este medio suele describir como «un CAPS grande«), surgen planteos polarizados y discusiones abstractas que no van de la mano de toma de decisiones respecto a la gestión de este nosocomio que se encuentra bajo la dirección del prestigioso Dr. Eugenio Lobo.

Hoy les traemos en primera persona, el relato del mal rato que tuvo que pasar una vecina del Barrio Castillo (YB), al haber acudido al Carrillo por padecer su hijo una fiebre que no lograba bajar por métodos tradicionales en su domicilio.

Este es el relato de Ana Paula Rearte, de 25 años y madre de un niño y una niña.

Litros de tinta y saliva se gastaron en los medios y redes, lamentablemente poca en el HCD y en el DEM (Departamento Ejecutivo Municipal), cada vez que se produce un reclamo. No obstante y desde hace demasiados años, «El Carrillo» sigue sin estar a la altura de lo que Yerba Buena precisa en términos de salud pública.

En el Departamento Ejecutivo (intendencia), existe en el organigrama del gobierno de Mariano Campero, el cargo o función de Secretario de Salud; dicho lugar está ocupado por el Dr. Luis Baricco, aunque seguramente el lector no haya oído ni hablar de él, ya que la salud nunca estuvo entre las prioridades, tanto de la primera, como de la segunda gestión de Campero como intendente.

El Concejo Deliberante, a su vez, cuenta con una Comisión de Salud cuya integración se desconoce y que no toma cartas en el asunto, más que enredarse en discusiones mediáticas con funcionarios de la administración Campero.

El Carrillo, lo único que recibió a lo largo de estos años, fue un mero maquillaje; nunca hubo intenciones de generar un proyecto que lo sitúe a la altura de lo que precisa un municipio que hoy cuenta con una población de 120.00 habitantes.

Para aquellos que todavía continúan en la interminable discusión de a quién le corresponde responder por las críticas al Carrillo, debemos aclarar nuevamente que ese nosocomio cuenta con:

  • Personal médico, administrativo, operativo, etc. que pertenece a la planta permanente de la Municipalidad de Yerba Buena.
  • Personal Médico, administativo, operativo, etc, que depende del SIPROS
  • Personal Médico, Administrativo, operativo, etc, contratado sin estabilidad laboral
  • La gestión, dirección, etc. del Centro Asistencial Ramón Carrillo depende de la Municipalidad de Yerba Buena.
  • El Carrillo como tal, está asentado en un predio que fue otorgado como una donación CON CARGO, ésto complica la posibilidad de que sea transferido al

Durante la gestión del ex intendente Roberto Martínez Zavalía, El Carrillo dependía de la Secretaría de Gobierno, cargo cubierto en ese entonces por Juan Pablo Majul.
La dirección de El Carrillo, estaba en manos del Dr. Pablo Garretón y contaba con la colaboración de una fundación que proveía insumos, computadoras y personal auxiliar bajo su dependencia.

Tal vez fue en ese momento la «época dorada» de este nosocomio. Asistir al Carrillo era un verdadero «lujo» y superaba en atención y disponibilidad de médicos especialistas de todo tipo, a muchos de los institutos privados.

Tras el arribo del «Plan Remediar»  (que garantizaba la provisión de remedios e insumos, en parte requeridos por la institución) en tiempos de Ginés González García como Ministro de Salud de la Nación (año 2004-2005), se decidió desde la intendencia local en esos años ,desguazar lo que era un modelo de gestión mixta en el cual el que tenía como hacerlo, pagaba y el que no, lo hacía mediante un bono gratuito. La existencia de ese bono, constituía un obstáculo para acogerse al «Plan Remediar» que exigía que la institución prestase servicios totalmente gratuitos, por lo que se decidió -desde la intendencia de ese entonces, cambiar la cúpula que dirigía exitosamente el Dr. Garretón y designar, con polémicas a un nuevo director, el Dr. José Enrique Riarte.

Así El Carrillo, se fue quedando sin médicos especialistas que fueron reemplazadas por médicos generalistas; política que continúa hasta el momento, más allá de que existen prestaciones a las cuales se hace muy dificultoso acceder, tal como lo explica claramente Ana Paula en su relato.

Tal como dijimos, a lo largo de los años se tiraron por la borda numerosos proyectos y el Carrillo tomó la peor versión de sí mismo.

En 2004-2005 en una entrevista radial realizada por quien escribe esta nota,  al Director, el Dr. José Enrique Riarte (socio de un importante sanatorio privado y reemplazante del Dr. Pablo Garretón), se le preguntó «¿Si como conductor de este programa (en ese momento en Radio del Jardín) tengo un problema o episodio cardíaco, El Carrillo está en condiciones de salvarme la vida?», la respuesta de su director fue clara y preocupante. «¡NO!. En Tucumán, la única institución con los materiales e insumos para atender esos casos es el Sanatorio ….«. El mismo del que él era socio. (¡…!)

Hoy el Centro Asistencial Ramón Carrillo continúa con los mismos problemas que hace 17 años. Sus guardias son paupérrimas, sus insumos insuficientes, su capacidad de salvar vidas nulas, su capacidad de constituirse en un centro derivador de pacientes estabilizados totalmente carente de personal y logística…., Etc.

En este sentido y bajo la experiencia y conocimiento de lo complejo de la situación que vive esa entidad, destacamos que todas las bondades de El Carrillo como institución, son atribuibles al esfuerzo y dedicación de su personal. Como contraparte, todos los defectos, derivan de la carencia de un plan de salud y de una visión adecuada por parte de la cúpula dirigencial, que no supo ni en épocas en que el gobierno local coincidían con un gobierno nacional del mismo color político, encarar un proyecto ambicioso que nutra de manera revolucionaria al Carrillo, de todo aquello que necesita para poder brindar el servicio de salud que merecen los yerbabuenenses.

Quienes conocieron las «épocas doradas» de El Carrillo, anhelan con nostalgia el regreso a esos años. Los necios de siempre entrarán en la interminable discusión al sentir que se «ataca» a la institución y a su personal.

El concepto de «eficiencia» es algo que parece imposible aplicarle a un nosocomio que ni siquiera puede lidiar con un niño afiebrado, como fue el caso del pequeño hijo de Ana Paula Rearte, un domingo por la noche.