Siempre fue injusto el destino de los zorros, se los tilda de mañosos, de esquivos, traicioneros, pero los zorros hacen lo que está en su naturaleza hacer. En definitiva si nos dejásemos domesticar estaríamos muy cerca de lo que ellos llaman «el mejor amigo del hombre», lameríamos sus manos y comeríamos de ellas las migajas cuando ellos quieran.
-Hola ¿Qué haces?, me dijo.
Me escabullí entre unos pastos altos y lo miré.
-¿Eres un niño o o un adulto?, pregunté.
Me miró como si no supiera qué responder.
– ¿Quieres ser mi amigo?, retrucó en cambio.
– Los zorros y los humanos no somos amigos, a veces conversamos, pero desde lejos, no más. ¿Quién eres, de donde vienes?.
– Haces muchas preguntas, no puedo responder todas juntas. Soy un Conde, un «niño conde..».
– «Un condecito«, dije con cierta duda.
-Podría decirse que sí…, vivo en un lugar muy lindo.
– ¿Tienes amigos?
– Amigos, lo que se dice amigos; pocos. ¿Quieres ser amigo mío?
– Ya te dije…, los zorros no nos hacemos amigos de los humanos, aunque no se mucho si eres humano, por tu vestimenta, respondí mientras cambiaba de lugar y me escabullía detrás de una gran piedra.
Yo vi que tienes algunos amigos y amigas zorros y parece que te quieren o te admiran, porque vi que todo lo que dicen de ti es lindo y bueno.
– Jaja Y sí, hay algunos zorros que son «de los nuestros...»
– ¡Yo no soy de los tuyos!, dije y salí corriendo lejos y rápido. Fue la primera vez que conversaba con un niño conde, desde ahora le iba a llamar «EL Condecito».
Robo en el asteroide de «El Condecito»
No fue una sorpresa, ya que cada vez que El Condecito salía en alguno de sus viajes nunca anunciados, «pasaban cosas«. En este caso no hubo excepción. «El Condecito«, Mariano Campero pisaba las tierras de Napoleón cuando estalló la noticia. Unos desconocidos ingresaron a la Tesorería del Asteroide 4107.
Más allá de las pericias y detalles de índole policial, se habló de un robo de una cifra cercana al millón de pesos y todos se escandalizaron; la plantita de Yerba Buena que tanto adoraba El Condecito, había sido deshojada por los malvivientes. ¡Un millón de pesos!, repetían uno a uno los vecinos, funcionarios y medios de comunicación.
Como todo buen zorro me pregunté: ¿Era ese el verdadero robo?
Según fuentes muy confiables, en esa dependencia existen al menos dos cajas de seguridad, sin embargo NINGUNA DE ELLAS FUE ABIERTA (cosa extraña que quien fácilmente se había «ganado» sin mucho «trabajo» un jugoso botín, no pensara que en esas cajas podría haber mucho más todavía, sin embargo se supone que ni las tocaron) Los datos de la denuncia revelan que los delincuentes abandonaron en el lugar una «amoladora» y cualquiera conoce que una caja fuerte requiere al menos el uso de un soplete.
Lo que se conoce es que la operatoria de protocolo, es que en la línea de cajas es en donde se cobran tributos, tasas, contribuciones, sellados, multas, habilitaciones, cheques al día, etc. Además del dinero que se recauda, también es el sitio en donde se realizan pagos a proveedores, anticipos a empleados y «asuntos mayores» y luego (al final del día, luego de un arqueo de caja) el dinero es entregado a una de dos personas: La tesorera, Josefina Moya (mujer de carrera y planta permanente del municipio) o a Daniel Medina, subtesorero; hombre de confianza de Campero, puesto en el cargo para supervisar lo que en esa repartición sucede.
El dinero y los cheques (los grandes contribuyentes y otros, están obligados a efectuar los pagos por medio de cheques) se deben guardar en una de las cajas fuertes.
Al parecer eso no sucedió luego de efectuada la recaudación de ese viernes por la tarde. Es entonces de suponer que esa cifra indeterminada, fue extraída fácilmente de la línea de caja. Si esto fue tal como nuestras fuentes nos lo confirman. ¿Por qué se actuó de esta manera tan irresponsable?
La Tesorería del Municipio de Yerba Buena, no solo cobra en su línea de caja, sino que también recibe y emite cheques.
Las facturaciones por cifras mayores, requieren en muchos casos su correspondiente instrumentación legal, esto incluye un Decreto y el libramiento correspondiente.
Otro tipo de erogaciones surgen del pago a proveedores, adjudicaciones directas, gastos corrientes, etc.
Por el tipo de movimientos administrativos y contables que se realizan en la Tesorería Municipal, se genera no solo transacciones de dinero y de valores, sino que se acumula una importante cantidad de documentación. Dicha documentación solo deja constancia en esa repartición de los destinos de los fondos involucrados. Por ejemplo, de realizarse un «Pago a Cuenta» (supongamos a un proveedor o acreedor), la constancia de dicho pago solo queda asentada en esa área sin que por ello se informe a otras dependencias de hacienda.
Debe comprenderse que Tesorería, es el último peldaño en la cadena administrativa que culmina en un pago a terceros y el primer peldaño de ingreso de dinero y valores. Por ese motivo, solo es esa dependencia y no otra la que sabe y asienta si se realizó o no un pago o un cobro deteminado . Para explicarlo de manera más simple, si se emitió un cheque o se realizó un pago en efectivo, la única fuente de información de ese hecho, lo posee Tesorería Municipal.
Es acá en donde el Zorro del libro «El Condecito» se preguntaría: ¿Qué sucedería si además del dinero sustraído, los «cacos» hubieran llevado consigo cheques, comprobantes, expedientes y documentación que acreditasen pagos o cobros, efectuados ese viernes o de instrumentos administrativos que involucrasen ingresos y egresos producidos con anterioridad?
De haberse «extraviado» determinada documentación, no quedarían registros de innumerables pagos y cobros realizados. Se desconocería una inmensa cantidad de información que solo tiene como lugar de asiento y resguardo a esa dependencia.
Más allá de que (como ejemplo) los cheques podrían haber sido negociados o cobrados por los delincuentes (los que ingresaron), no quedaría (de haberse sustraído documentación) constancia alguna de su pérdida como para conocer la numeración de esos valores y otros datos para suministrar a la justicia una vez realizada la denuncia.
¡En fin…! La multiplicidad de situaciones irregulares que podrían haberse producido o inclusive haberse ocultado (en el caso de que estuviese involucrado «personal de la casa«) es infinito.
El grupo de los cuatro concejales opositores a la administración de El Condecito, realizó una presentación que incluye un pedido de informes detallado sobre el hecho del robo a la Tesorería del «Asteroide 4107«.
Hasta lo que este medio pudo acceder como información, mientras «El Condecito» se fotografiaba en la torre Eiffel, el intendente a cargo, el concejal Héctor «Pilón» Aguirre, debió solicitar y no lo hizo, una inmediata auditoría; ya que la realidad marca que se desconoce lo que había y por ende lo que falta en esa repartición (además del dinero), lo que obliga a que dicha auditoría se efectúe sobre toda el área de Hacienda del «Asteroide 4107» en donde habita (cuando no está en algunos de sus viajes intergalácticos cada vez menos justificados), El Condecito, con licencia otorgada por sus aliados en el Concejo y viáticos que pagan los contribuyentes.
¿Epílogo?
Cuano volví a ver al Condecito, su rostro no daba muestra de haber tenido un viaje felíz; tenía cara de preocupado, ya que parece que las cosas en su Asteroide no estaban saliendo bien últimamente. Lo noté cansado y repitiendo viejos discursos llenos de falsos mensajes optimistas. Lo noté como evadido. Su Yerba Buena se veía marchita y su asteroide era un verdadero caos; la inseguridad que asola a los vecinos había tocado la puerta del tesoro del Intendente Campero.
– ¡Hola Condecito!, le dije.
– ¡Hola zorro!, respondió.
– ¿De dónde vienes?
– Me fui de mi asteroide, respondió sin dudarlo; hice un largo viaje…
¿Te conté que tengo una amiga?
La cuido casi todo el tiempo que puedo, aunque ahora debe estar algo descuidada…
-¿Si? ¿Cómo se llama?, pregunté.
-Se lama, Yerba Buena y me encanta regarla, sonrió.
– ¿Y ella te quiere? le pregunté.
Bajó la mirada pensativo, dudó un instante y luego levantó la cabeza, me miró y dijo:
– A veces parece que mucho, a veces parece que no tanto.
– ¿Ves?, respondí. Por eso no quiero ser tu amigo.
Tu domesticaste a tu Yerba Buena y ahora ella depende de vos.
-¿Sabes Condecito…? Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu Yerba Buena…, dijo el Zorro.
– Soy responsable de mi Yerba Buena… –repitió El Condecito, pensativo.
Mira -dijo el zorro- antes de partir voy a compartir contigo mi secreto.
Es muy simple: no se ve bien sino con la razón…
«Lo esencial es invisible a los ojos«.
«Lo esencial es invisible a los ojos» –repitió El Condecito- intentando interpretar el consejo de su «no amigo».
-El tiempo que llevas al lado de tu Yerba Buena, hace que tu Yerba Buena sea tan importante.
Los vecinos no olvidan esta verdad y tú no debes olvidarla…
«No debo olvidarla«, repitió El Condecito.
El Condecito se quedó sentado sobre una rama caída, como pensativo, como abrumado. Yo salí corriendo lejos muy lejos de él sin saber si volveríamos a vernos. Ese día me sentí el más libre de los zorros.
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