Noviazgos violentos en parejas gay: un drama secreto que empieza a salir del clóset

Solemos hablar de las distintas formas de violencia en las relaciones de pareja y las limitamos, de manera automática, a las parejas heterosexuales. De un lado, un hombre que agrede o que mata, del otro, una mujer que es agredida o asesinada. ¿Qué pasa entonces en el interior de una pareja de mujeres? ¿Que no haya un varón significa que la violencia no existe? ¿Qué pasa en el interior de una pareja de varones? ¿Que no haya una mujer significa que no hay nadie a quien convertir en una posesión? No. La violencia existe, lo que hay es un obstáculo extra para salir del círculo. Lo llaman “el segundo clóset”.

Hace dos semanas, una mujer mató a puñaladas a su novia en Barcelona. Los medios españoles no supieron cómo llamarlo: ¿Era un femicidio? ¿Cómo, si no había hombre? ¿Era eso violencia de género? El camino lo allanó el Observatorio Español contra la LGBTfobia que salió a decir que la violencia dentro de las parejas gay era “invisible” y “tabú” y, como se consideraba “de segunda categoría”, no existían medidas para prevenirla. En Argentina la preocupación es la misma. Tanta, que varias organizaciones empezarán a medir, este año, el impacto y las particularidades de la violencia dentro de las parejas del mismo sexo.

¿Por qué se lo llama el ‘segundo clóset’ o el ‘doble armario’? “Porque para denunciar primero tienen que identificarse como homosexuales, y muchas personas no salieron de ese clóset. Muchas veces, contar a su familia lo que les está pasando se hace imposible porque ni siquiera saben que esa mujer que las violenta es su pareja. Entonces no sale a la luz la orientación sexual y tampoco la violencia”, explica a Graciela Balestra, psicóloga y coordinadora de la Ong “Puerta abierta a la diversidad”. “Es, además, un tema tabú porque da mucha vergüenza. En general, da vergüenza decir que te pegan, a eso hay que sumarle decir que sos lesbiana y que la que te pega es una mujer”.

La psicóloga Belén Toriacio es activista en La Fulana y trabajó en el “Observatorio de violencia entre y hacia lesbianas y bisexuales”. Lo que agrega es que “es muy difícil para una lesbiana asumir que se encuentra en una situación de violencia. Muchas veces pasa que, entre la discriminación que vivimos todos los días, la pareja se convierte en el único refugio. Es la persona que te acepta como sos, es el espacio seguro”. Y explica que la violencia en parejas del mismo sexo “está deslegitimada”: “Como se asume que no puede haber violencia de parte de una mujer y menos hacia otra mujer, cuando quieren denunciar a su compañera, en la comisaría lo caratulan como ‘riña’Con las parejas de hombres el concepto que subyace es que ‘si sos varón, tenés que saber defenderte’”. Lo que pasa entonces cuando un varón va a una comisaría a denunciar que su novio le pegó es que se le ríen en la cara.

“Las relaciones entre personas del mismo sexo no están por fuera de la sociedad. Los mismos patrones y mandatos que afectan a las parejas heterosexuales afectan a las parejas gayCuando hay violencia en una pareja entre un hombre y una mujer, está más claro quién ejerce predominantemente el rol de dominación y quién el de objeto. En las parejas del mismo sexo eso también se pone en juego pero no está determinado por el género, ser varón o ser mujer, sino por los roles de género”, explica Florencia Feldman, miembro de la organización 100% Diversidad y Derechos.

Para ellos “es definitivamente una forma de violencia de género”. Por eso ya empezaron a trabajar para adecuar una encuesta sobre “Noviazgos violentos” (que ya hizo la Ong Trama) a la que le falta una pata: qué pasa con los celos, la violencia psicológica, el control del dinero y la violencia física en las relaciones de jóvenes gay de entre 13 y 20 años. Por ejemplo, amenazar a la pareja con divulgar en su entorno que es gay es un mecanismo de control y dominación específico de las parejas homosexuales.

Toriacio coincide: “Las parejas del mismo sexo también somos socializadas en el mismo patriarcado que establece roles de género y ciertas dinámicas para los vínculos de pareja. Por lo tanto, también se puede generar una asimetría de poder en el vínculo. En general, en una pareja entre un hombre y una mujer la asimetría es más obvia porque el varón tiene más fuerza física y mayor acceso a posiciones de poder. En las parejas del mismo sexo, cualquiera puede adoptar ese rol“.

Cuenta, además, que hace dos años lanzaron desde el Observatorio la “línea violeta”: una línea telefónica para orientar a quienes estuvieran sufriendo violencia. “Pero había muy pocos llamados. Cuando lo analizamos, nos dimos cuenta que faltaba un paso previo: no llamaban porque era una violencia tan invisible que muchas no se daban cuenta de que la estaban sufriendo”. Por eso, planean además armar encuestas y trabajar para exigir que los dispositivos que ya existen para evitar femicidios también incluyan la violencia dentro de las parejas del mismo sexo.

Fuente: INFOBAE