MUERTE DEL GENERAL BELGRANO Y SUS APORTES A LA LIBERACIÓN DE ARGENTINA DESDE TUCUMÁN

El Noroeste Argentino ha sido uno de los escenarios mas ligados a la actividad militar del General Manuel Belgrano. De sus actitudes y creencias políticas acerca de una gran Nación que se avecinaba- presente en casi todos los escritos que se han podido conservar – y del convencimiento de un patriota que el Plan Continental del General San Martìn solamente podría ser ejecutado si el Noroeste Argentino podía cumplir el papel de lo que se me ocurrió denominar hace algunos años un “Antemural de Seguridad”, lo que efectivamente sucedió y permitió comenzar una eficaz gesta libertadora que culminaría con la Declaración de la Independencia en 1816, justamente en Tucumán.

El General Belgrano es una figura importante para la historia del Noroeste Argentino. Suyos fueron los triunfos del 24 de Septiembre de 1812 y del 20 de Febrero de 1813 y la consolidación militar de la zona para las fuerzas patrióticas lo que puso un cerrojo a las aspiraciones realistas en la región, aunque algunos piensen lo contrario y pongan más énfasis en Vilcapugio y Ayohuma más que en Tucumán y Salta como hitos bélicos de nuestra historia, pero los hechos definen y escriben la historia de los pueblos.

Su historia política y militar está en estrecha relación con las enfermedades y malestares que sufrió a lo largo de su vida y que terminarían con ella a una edad temprana, cuando mucho quedaba por hacer con su actuación para nuestra nación.

Ya en otras oportunidades he escrito sobre este tema patobiográfico del General Belgrano, a quien algunas corrientes políticas han tratado de denostar en cariz militar, tratando de reducirlo a una novelesca situación de llamarle “Doctor” solamente y de disminuir su brillante actuación como un General de nuestra nación, con sus grandes logros y con sus fallas, lo que – en esta nueva definición – no deja dimensionarlo en toda su plenitud de persona.

Próximos al 24 de Septiembre , fecha importante para todos los argentinos, por sus efectos sobre las entradas realistas en el Noroeste argentino, resulta de interés destacar las afecciones que le aquejaron durante su estancia en la zona, al tiempo que valorar el esfuerzo que le demandó luchas contra dos frentes: los españoles y la enfermedad , saliendo triunfante en su lucha contra los primeros y sufriendo casi sin resultado – por lo precario de la medicina asistencial de su época- . al igual que figuras tan caras a nuestra historia local, como son las de los generales San Martín y Güemes , a los que me referiré en otra oportunidad.

Manuel Belgrano tuvo una relación estrecha con la enfermedad a lo largo de su breve vida. Del estudio de la correspondencia con San Martín, Güemes y otros próceres, he hallado numerosas referencias a enfermedades de acuerdo al enunciado de las mismas que el mismo refiere a sus colegas. Agradezco los valiosos aportes que me hiciera el Profesor Doctor Manuel Martì , ex Presidente de la Academia Nacional de Medicina, que enriqueciera mis conocimientos sobre el tema y me permitiera ampliar algunos tópicos.

Sabemos que Belgrano era de naturaleza enfermiza y que por aquellos años de las luchas por la independencia en el Noreste de nuestro país se halló afectado de varios padecimientos , pese a los cuales pudo cumplir una prolífica actividad militar y patriótica en la zona, cimentando la libertad de nuestro país y su surgimiento como Nación.

De un estudio epistolar entre San Martín, Güemes y otros militares durante estos años de Belgrano en el Norte he podido colegir muchas enfermedades frecuentes en la región y me ha permitido realizar un análisis de las afecciones del prócer repetitivamente mencionadas:

1.- Afecciones broncopulmonares: aparecen mencionadas como “pestecillas” o resfríos. En algún momento Belgrano reconoce que su estado de salud no es bueno y que la presencia de estas afecciones lo agravaban notablemente. Es digno destacar aquí que el prócer padecía de mal de Bright que, entre otros síntomas, daba falta de aire y edemas marcados en el caso de los miembros inferiores, de manera que cualquier padecimiento que impidiera un paso fluido de aire a los pulmones, como sucedía en los cuadros broncopulmonares , lo hacían sentir mal y agravaban su enfermedad. Baste aquí recordar que cuando se le detuvo y se lo envió a Buenos Aires por el luego fallido golpe en su contra, era necesario bajarlo del carruaje que allí lo conducía en angarillas y depositarlo en un lecho por la considerable cantidad de líquido abdominal (ascitis) que se acumulaba en su abdomen y el marcado edema en sus miembros inferiores que le impedían deambular libremente, reduciendo sus posibilidades de movilizarse de un sitio a otro.

2.- Paludismo : también denominada por Belgrano como “fiebre terciana«, bajo cuyos síntomas efectuó la campaña del Altiplano, agravándose la afección por la falta de oxígeno que reinaba en la región, siendo asistido en la oportunidad por el Dr. Readhead y tratado con dosis de quina, planta oriunda de América y de notable efecto sobre esta afección, que le duró aproximadamente dos años, desde los prolegómenos de la batalla de Salta , hasta sus misiones encomendadas en Inglaterra.
Esta enfermedad era ya endémica en nuestra región y lo fue durante muchos años, siendo recién erradicada por las campañas que se efectuaron contra el vector mosquito Anopheles a partir de 1946. Las crónicas ye relatos españoles de antes de la independencia, al referirse a los habitantes del noroeste, hablaban de la palidez de la piel (causada por la destrucción de glóbulos rojos) como “tez terrina” y el cansancio de los individuos por la misma anemia concomitante que integra el cuadro clínico de esta enfermedad al disminuir la captación de oxígeno, siendo los mismos habitantes autóctonos, en base a la observación empírica ya desde tiempos remotos, en hallar un tratamiento para la enfermedad con las infusiones de cascara de quina, antecedente valioso en la terapéutica con quinina, que pertenece a una formulación científica posterior.

3.-Trastornos de la visión: reconoce Belgrano su existencia al afirmar que “mis ojos están malos, pero mi voluntad hacia Usted es siempre y será la misma…” en una misiva a Güemes. Ya a comienzos de 1817 había experimentado lo que el denomina una “fluxión a los ojos”, que interpreto como una conjuntivitis simple, que cura sin secuelas y nada en la correspondencia posterior  hace mención a esta enfermedad, lo que hace presuponer que curó sin problemas posteriores. Como antecedente de estos trastornos oculares, el Dr. Miguel Gorman había diagnosticado en 1800 a Belgrano un trastorno en las glándulas lagrimales, cuadro al que se refiere como “principio de fístula en ambos lagrimales…”.

4.- Traumatismos varios: se menciona un fuerte golpe de caballo que aparentemente no deja mayores molestias posteriores en 1816. Un segundo hecho traumático lo sufre hacia 1818, también por caída desde un caballo, sufriendo un importante golpe que le imposibilita aún la escritura, en parte por el traumatismo, en parte por la sangría que recibió por indicación médica en esa oportunidad. Este tratamiento era común en esos casos, suponiéndose que la salida de sangre aliviaba la presión en el cerebro y en las zonas afectadas. La consecuencia más frecuente era la producción de una anemia que demoraba meses en resolverse, causando debilidad, cuando no aceleraba en muchos casos el tránsito al otro mundo. En la oportunidad que refiero, Belgrano se hallaba tan débil que la carta a Güemes es escrita por Fernández de la Cruz, oficial del General.

5.-Trastornos digestivos: en 1819, Belgrano presenta vómitos y trastornos gastrointestinales, los que fueron tratados por el Doctor Berdía, manifestando su intención de “marchar para el Tucumán a ponerme en formal curación hasta recuperar el perfecto restablecimiento…”. Esta afección agravaba el cuadro de desmejoramiento general, presentando a esta altura de las circunstancias un considerable edema de los miembros inferiores e insuficiencia respiratoria con gran fatiga, que le obligaros a delegar el mando y regresar a Tucumán desde el Pilar, iniciando ya de esta manera el ya corto camino hacia la muerte, en un entorno de angustia, desagradecimiento, padecimiento y dolor que culminaría en Buenos Aires poco después.

En Octubre de 1819, Belgrano solicita al General Güemes la asistencia del Dr. Readhead, por el que el prócer sentía gran afecto. La respuesta de Güemes es ejemplar. Destina la suma de trescientos cincuenta pesos por vía de viático al médico y los envía a Tucumán, para que “lo cure y asista en la larga enfermedad que padece…”. Este médico, de notable dedicación profesional habría de instalarse en la misma habitación de Belgrano y se ocupo de mejorar, o al menos trató de aliviar con los recursos que la época ponía a su alcance, los padecimientos y la precaria salud de su paciente.
Un Belgrano desfalleciente solicita a de la Mota Botello, que escribiera a Güemes agradeciendo su envío  convencido y “reconociendo su amistad, que ha hecho Usted cuanto ha podido hacer en su alivio…”.

Leer estas misivas, es poder atisbar fehacientemente la grandeza de dos grandes de la lucha por la Independencia Argentina, su fidelidad, su hombría de bien, su valor y su hidalguía.

Acompañó Readhead a Belgrano hasta los últimos momentos de su vida, siendo su escolta en el penoso y largo viaje a Buenos Aires, tramo que resultara agobiante para el General, a causa de la insuficiencia respiratoria y renal y el derrame peritoneal que los quejaban, debiendo ser  conducido en camilla desde el carruaje hasta donde debiera pasar la noche. Belgrano fallecería poco después, dejando al facultativo su coche y su reloj de oro en agradecimiento a sus servicios.

Belgrano moriría el 20 de Junio de 1820 a las siete de la mañana.  En su autopsia, efectuada antes de embalsamar su cuerpo por los doctores Sullivan y Readhead, se determinó la existencia de una cantidad apreciable de líquido intraabdominal, denominado ascitis. El hígado se hallaba aumentado de tamaño y con proceso de cirrosis avanzada, los riñones afectados y endurecidos y el corazón agrandado. Algunos autores, entre los cuales se cuentan Molinari, Dreyer, Timparo y García Dadoni, han llegado a la conclusión que Belgrano padeció de un  carcinoma hepatocelular, con múltiples metástasis, ictericia y cirrosis concomitante.

De esta forma finaliza la existencia de uno de los próceres más puros de la Revolución de Mayo, artífice de nuestra bandera y autor de triunfos que posibilitaron la supervivencia de esta misma  Revolución, a quien el noroeste argentino debe su liberación .

ARMANDO M. PEREZ DE NUCCI 
Doctor en Medicina y en Filosofía. Miembro de la Academia Nacional de la Historia.