Mientras la Guardia Urbana de Yerba Buena se dedica de lleno a colaborar con el ordenamiento de los que hacen deportes en la Av. Pte. Perón, mientras no existe obra pública de envergadura en el municipio, mientras las calles y avenidas están literalmente «detonadas«, mientras el Centro Asistencial Carrillo, tiene una infraestructura y servicios paupérrimos para los ciento veinte mil vecinos que habitan el municipio. En el pico de la pandemia, el intendente Mariano Campero no encuentra mejor idea que pretender involucrarse en la vuelta a los colegios y escuelas.
La nota podría tranquilamente terminar en el primer párrafo, pero vale la pena extenderse al menos en ciertos detalles.
El intendente Mariano Campero intenta a los tropezones «colarse» en una discusión que no le incumbe y así posicionarse en una agenda que lo proyecte políticamente en toma de decisiones que atañen a las gestiones del Ministerio de Educación de la Nación y de la Provincia de Tucumán.
Solicitar al COE, la apertura de escuelas y colegios, públicos y privados, considerando que la provincia está atravesando el pico de infectados por el COVID-19, no solo es irresponsable, sino que no tiene absolutamente nada que ver con la capacidad decisoria del funcionario municipal.
El Diario en Tucumán permanentemente y hasta el cansancio, se ha hecho eco de las quejas y solicitudes de vecinos ligados a temas directamente de responsabilidad de este intendente. Sin embargo pareciera que Campero literalmente se olvidó de sus funciones.
Durante la actual gestión de Campero y con obras terminadas con serias fallas e incumplimientos de las condiciones del proyecto original del Boulevard 9 de Julio y el Canal San Luis, en Yerba Buena parecen haberse terminado el tiempo de diseño de nuevas obras y mantenimiento mínimo de obras ya existentes.
De hecho, a raíz de que personal municipal y funcionarios se contagiaron de COVID-19, la municipalidad de Yerba Buena se encuentra virtualmente parada, salvo para servicios básicos.
La estrategia de Campero siempre se basó en la misma del «Tero«. Poner el nido en un lado y gritar en otro. Él sabe que lo que solicitó sobre el reinicio de clases es insostenible y que los protocolos no se cumplen. También sabe que no pudo controlar el respeto de los mismos en supermercados, entre los deportistas, bancos, etc. Sin embargo se atreve a proponer un protocolo para aplicar nada menos que en centros educacionales que suman cientos de niños y jóvenes en espacios cerrados.
El mismo intendente que cerró calles con taludes de tierra y valló avenidas, nota que hay un segmento de la sociedad -muy coincidente con su electorado natural- que tiene una mirada negacionista, en algunos casos, y anticuarentena en otros.
Campero dice que puede garantizar el cumplimiento de protocolos en los colegios y escuelas, sin embargo ni siquiera puede controlar que el hermano de un alto funcionario de su gobierno haga un asado con amigos, bien servido y «bien regado«, tal como constan en las fotografías y chat que nos enviaron lectores de El Diario en Tucumán. Las fotografías y quejas vecinales por Whatsapp que mencionamos, no serán difundidas por este medio, ya que consideramos que es éticamente reprochable inmiscuirse en la vida familiar de los funcionarios públicos. Pero lo cierto es que ni siquiera eso pudo controlar que no suceda.
Tanto Campero como la Comisión de Salud del Concejo Deliberante que preside el concejal Guillermo Casanova, «descansaron» en las prestaciones que brindan las instalaciones realizadas -adaptación del centro de convenciones de La Rural con camillas, aparatología e insumos- en conjunto entre el Gobierno de la Provincia y la dirigencia de la Sociedad Rural. El Centro Asistencial Ramón Carrillo continúa siendo una «salita de primeros auxilios» para atender las necesidades sanitarias de una población de casi ciento veinte mil personas.
Campero, no logró ni durante el gobierno de Mauricio Macri, su supuesto referente nacional, gestionar fondos para adaptar al principal nosocomio yerbabuenense, de lo mínimo indispensable en cuanto a prestaciones de salud se refiere.
¿Qué pretende Mariano Campero al solicitar algo que sabe perfectamente que es impracticable y que además no le compete? Sin duda alguna, imitar la estrategia del Jefe de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodriguez Larreta. Básicamente «histeriquear» entre el electorado afín y la realidad.
Justamente es la realidad la que hoy manda, con un número de contagios que llegó a superar la barrera de los setecientos por día en nuestra provincia.
La Municipalidad de Yerba Buena y su Concejo Deliberante, no se abocaron en estos largos meses a otra cosa que no sea dar vía libre al negocio de las factibilidades y excepciones al Código de Planeamiento Urbano. El mantenimiento y realización de obra pública, son temas «menores» para un intendente que tiene en su agenda política, una puja electoral con sus propios socios de cara a las elecciones legislativas del 2021 que lo podrán o no posicionar en el sendero que lleva a una lejanísima elección a gobernador en 2023.
Lo demás, lo importante, lo que es directamente responsabilidad y competencia de un intendente, queda así en el olvido. Estas declaraciones parecieran más otra «tomada de pelo» que otra cosa, a esta altura y en estas circunstancias.