Desde el momento de publicación de esta nota, en Yerba Buena todos están en modo cronómetro de tiempo de descuento. Lo que no se hizo hasta ahora, no va a modificar la clara polarización que existe entre los candidatos Mariano Campero y Bernardo Racedo Aragón, pero sí puede determinar el triunfo de uno y la derrota de otro.
La competencia por secundar a los que encabezan la preferencia de los electores, no deja de ser un escenario para alquilar balcones, ya que quién llegue en tercera posición estaría en situación de capitalizar políticamente su triunfo y el que quede en la cuarta posición de la meta, puede virtualmente «caerse del mapa» y quedar con las manos vacías.
A pesar de que el peronismo yerbabuenense finalmente no acudió al llamado (al menos de la boca para afuera) a la unidad que se hizo desde el oficialismo de Casa de Gobierno y de Calle Muñecas y Sarmiento, las cosas se fueron acomodando de tal forma tal que Racedo Aragón, pudo «despegar» de sus pares y generar además una importante expectativa en quienes no simpatizan con el «va de nuevo» de Campero.
Mariano Campero tomó nota de la situación y decidió mandar a sus acoples a plantar gigantografías en todo el municipio, empapeló la ciudad entera con una foto sonriente al lado de la «cardiocandidata» y no contento con esto (como un alumno que no quiere llevarse la materia a marzo) salió a intentar mostrar gestión, algo que le costó enormemente en estos tres años y medio de mandato.
Así, trasladó semáforos (como el de cale Moreno y Salas y Valdéz, que fue a parar a Lamadrid esquina Solano Vera como si fuera nuevo), les hizo arrojar una mezcla de pavimento y arena a los baches de las detonadas calles de Yerba Buena y como corolario –mediante un DNU– adjudicó de forma directa (para no perder la costumbre y por poco más que Cinco Millones de Pesos) la tan visible como innecesaria obra de remozamiento de la zona de El Cristo. Como postre, sirvió una pequeña porción de la obra inconclusa en la Plaza Vieja.
La «Lista Oficial» de Walter «Kabuby» Aráoz, que además de candidato a intendente, se esconde agazapado en una doble candidatura a concejal en segundo lugar, tras el «ex funcionario toledista«, Héctor «Pilón» Aguirre (primero en la lista de concejales); hasta ahora llevó a cabo una campaña típica de «Lista Oficial a Concejales«, demostrando que piensa en la banca más que en el «trono«.
Los dos actuales concejales (Aguirre y Aráoz), declaman a los cuatro vientos ser la «lista peronista» por excelencia, pero matrimonio con el PJ, aguarda todavía el divorcio de su convivencia formal de casi dos años con Campero, al que están aliados desde noviembre de 2017.
En un acto de «picardía criolla«, Campero difundió en un «flyer» (gráfica digital) en su página oficial de Facebook, una fotografía del lanzamiento de la GUM, en donde los dos peronistas quedan literalmente «pegados» a él; a la alianza que pudo parir Silvia Elías de Pérez, pero sobre todo, a la suela de su zapato. Una osada jugada de Campero, que para la lectura de los buenos entendedores, «les puso precio y un sello en la frente a ambos«.
Los «tapados»
Decir que Mariano Campero llegó arrastrado por la marea macrista que azotaba en 2015 y con una versión de José Cano previa al inefable Plan Belgrano, es «hilar grueso«.
Más allá del «efecto colateral«, que le signifique en votos a Racedo Aragón la partición del peronismo, Campero no la tiene fácil en lo que él considera su segmento si esta vez «hilamos fino«.
Siendo totalmente veraces, la versión 2019 de Mariano Campero es muy diferente a la del 2015 que lo vio triunfante. Tres actuales concejales que formaron parte de su acceso al poder en ese momento, hoy tienen un rumbo muy determinado en un espacio político sólido que apunta al radicalismo ortodoxo, pero también a los sectores independientes.
La candidatura a intendente del conocido empresario, Pablo Luciano, saca de la ecuación a dos concejales que habían sumado para Campero (Benjamín Zelaya y Lucas Cerúsico), que buscan revalidar su banca en el Concejo Deliberante. Más aún, el actual concejal Maximiliano García (cuya lista cosechó la mayor cantidad de votos en 2015), hoy apuesta a capitalizar y extender su proyección, como candidato a legislador por la Sección Oeste.
Además, Pablo Luciano, de la mano del actual legislador, Ariel García (como candidato a gobernador y que también fue el que más votos cosechó en su sección electoral en 2015) tiene una base política disponible de la estructura radical, que resta una considerable cantidad de votos a Campero.
Por su parte, el actual concejal Pedro Albornoz Piossek, que era el único bastión del PRO de real militancia, abandonó defraudado esa fuerza para sumarse al grupo de la UCR («no cambiemista«) que integran García, Zelaya y Cerúsico.
A lo que quedaba del anteriormente colorido PRO, lo destiñeron en lavandina y lo dejaron en con un irreconocible color «pañuelo celeste de Silvia«, con un acople no oficial que encabezan dos buenos muchachos sin militancia y con la prohibición de mencionar en lado alguno al devaluado Mauricio Macri.
Tal como pasó en su momento con Ricardo López Murphy en el olvidado RECREAR, ahora, a su hijo el PRO, le toca negar tres veces antes de que cante el gallo a quien hace un par de años, era el Mesías. Mauricio Macri.
Ni al vecino o ciudadano común, al votante distraído del día domingo, ni al bienintencionado y fiel militante que «puso la cara«, le simpatiza que le nieguen en su rostro a quien se lo vendieron como «oro en polvo» hasta hace solo un «par de minutos«. Eso tiene un costo político, en captación de votos y en pérdida de identidad.
Para ponerlo en términos actuales, el nacimiento del Frente Vamos Tucumán, es solo una mera «deconstrucción» de lo que fue el APB (Acuerdo por el Bicentenario) de 2015 que estuvo cerca pero no alcanzó.
Así como a Campero se le colaron por la ventana de la Tesorería Municipal un par de «cacos» que se quedaron con un botín de un Millón y Medio de Pesos, esta vez y con la misma sorpresa, se cuela en su electorado (si fuera válido ese término) un conocido personaje de la fauna política tucumana; Ricardo Argentino Bussi.
El busismo, con un comerciante de bajo perfil, Gonzalo Cisneros; cosechará en la «quinta de Campero«, los votos más reaccionarios que en Yerba Buena no son escasos.
Esta extensa explicación de lo que es el actual escenario que enfrentan los líderes de las encuestas en Yerba Buena. Una polarización clara entre Campero-Racedo Aragón / Racedo Aragón-Campero; pero con sorpresas.
No se puede ignorar en el análisis, que a todo lo expuesto hay que deducirle un componente siempre presente y mucho más en los municipios; el «VOTO ÚTIL«.
Explicado en pocas palabras, el llamado voto útil es el que expresa la voluntad del votante que quiere ser el elector de (en este caso) «SU INTENDENTE«.
Este efecto pone al elector en una situación de «jaque mate«. O gana su candidato, frente o partido, o por lo contrario, pierde… Nadie vota contento ni apuesta a perdedor.
Es en ese escenario en el que Campero, con su lista de funcionarios amigos (todos empleados), compite contra un Bernardo Racedo Aragón que se quedó con las ganas en 2015 y que sabe que atrás, no lo persigue de cerca -esta vez- ningún Sisto Terán.
La mejor elección, sin dudas y aunque resulte obvio, será aquella en la que salgan disconformes aquellos que no hicieron bien su trabajo. También lo será si a su vez el triunfador, comprende que tendrá que enfrentar enormes desafíos en un municipio que adolece de enormes falencias en términos de Salud, Seguridad, Organización y Planeamiento Urbano, Servicios Públicos, Tránsito y Transporte, Deportes, Cultura y una dosis, aunque sea una pequeña dosis, de transparencia y humildad.