En los últimos quince años, Yerba Buena perdió su identidad a un ritmo acelerado

Decir diez, a los fines de esta nota, es casi lo mismo que decir veinte. Entre gestión y gestión, pareciera que el tiempo pasó volando, pero en el camino quedaron los planes y planeamientos urbanísticos de lo que alguna vez fue «la ciudad jardín«. De esto queda poco y nada.

Corría el 2003 cuando un representante del empresariado y del campo, Roberto Martínez Zavalía, tomaba el timón de la actual «ciudad de los centros comerciales«.

Durante su intendencia -como uno de los logros- se dotó a Yerba Buena de una red de iluminación pública, que para el momento marcaba un antes y un después para el municipio. También se llevó a cabo el Plan Directriz que fue básico para luego gestionar los desagües del Boulevard 9 de Julio y el Canal Yerba Buena; obra que comenzó Toledo y finalizó Campero. La obra de licitación de cloacas, fue otro de los aciertos de Martínez Zavalía y su equipo. Lástima sí, que fue hacia el final de su gestión en donde el timón del municipio quedó en manos de su ex Secretario de Gobierno que pretendió continuar como candidato dicha gestión, sin juntar las voluntades necesarias.  Sin  embargo para bien o para mal, se dió el puntapié inicial a lo que sería luego un especie de «tsunami de hormigón armado» que arrasaría con las calles de tierra, pero también con el arbolado y los grandes espacios verdes, ya que muchos de los emprendimientos posteriores en la Av. Pte. Perón y otras zonas de este municipio, se gestaron en esa gestión frente a la intendencia.

Recordemos las marchas de vecinos cuando pasó a existir el Shopping del Solar en lo que era una preciosa cuadra que contenía a las casas Christie y Cossio (hoy encorsetadas de hormigón y vidrio). Otro «gran paso» en ese mandato, fue el arribo de El Shopping del Portal, que obligó a crear puentes sobre el Canal Sur y pavimentación de calles como la Fermín Cariola entre otras, obviamente pagados por los vecinos, no por la empresa Cencosud, como sucede en el país de orígen de esa empresa cada vez que emplaza uno de sus centros de compras.

Luego de ello y durante las dos intendencias del peronista Daniel Toledo, se dotó para bien o para mal (nuevamente), un sistema de desagües cloacales muy por debajo de los requerimientos del momento y futuros, lo que obligó (por falta de planificación, nuevamente) a hacer uso del «pavimento articulado«, esos «cosos» con forma de falso adoquín en forma de «S«. Sin la compactación adecuada, calles como la Bascary y Salta (como ejemplo de tantas) se hundieron en el centro por el que corrían los caños, obligando a reparaciones permanentes como las que pueden observarse en arterias tan importantes como la Salas y Valdéz hasta el día de hoy.

No se puede negar que cuando Toledo empezó con su gestión pavimentadora, Yerba Buena padecía, en ese momento, una nube insoportable de tierra en horas pico a causa del aumento caótico del tránsito automotor. Pués Tole2 se encargó de pavimentar tantas calles, que cuesta recordar el momento en el que todo aquello que era ripio pasó a ser hormigón.

Esto sería capitalizado por el exintendente para lograr su segundo mandato. En esos tiempos, bastaba una reunión de vecinos en una casa cualquiera, para que se pavimentasen (en términos genéricos ya que se usó en su mayoría hormigón) las cuadras que se solicitaran y a pedir de boca.

Lamentablemente numerosos vecinos, no se habían conectado todavía a la red cloacal, lo que obligó a los mismo y a la siempre nefasta gestión de la SAT, a romper en pedazos, mil pozos en calles recién terminadas. La falta de planificación, cobraba hora tras hora, año tras año, nuevas víctimas en la ex ciudad jardín.

Mientras los automovilistas aumentaban su número y velocidad, Yerba Buena crecía a un ritmo desopilante y empezaba una verdadera fiebre constructora. Lo que otrora era la «intocable» zona llamada, Marcos Paz, pasó a plagarse de enormes edificios que serían sedes de Bancos, concesionarias, pinturerías, espacios gastronómicos, estudios jurídicos, contables, notariales, Centros de Salud, etc. Todo lo que el yerbabuenense necesitaba para poder prescindir cada vez en mayor grado de San Miguel de Tucumán.

El precio a pagar en términos urbanístico fue atróz. Verdaderos íconos del «modus vivendi» del viejo Yerba Buena se derrumbaban para erigir absurdas edificaciones que en nada tenían que ver con el estilo arquitectónico ni con algún tipo de identidad estética adecuada al emplazamiento y tradición residencial de la localidad más bella de Tucumán.

Los concejales de Martínez Zavalía, tal  como los de las dos gestiones de Toledo, como la primera de Campero y los actuales, siempre marcharon al ritmo de las fatídicas Excepciones al COU (Código de Ordenamiento Urbano). Literalmente otorgaron y otorgan a discreción una verdadera «orgía» de permisos para violar el COU y sus limitantes para cada zona, actividad permitida y disposiciones de extensión, metros cubiertos, pulmones de manzana, metros de altura, metros detrás de la línea municipal. Lo que empezó Martínez Zavalía, multiplicó Toledo y cuadruplicó Campero y sus siempre consecuentes y obsecuentes concejales, «nativos o por opción«, por «opción» puede leerse: algunos concejales supuestamente del PJ y un bussista. Bah, cualquiera dispuesto a «negociar». 

Por algún hechizo desconocido, los funcionarios del Ejecutivo y Legislativo Municipal en Yerba Buena, inician su gestión con un automóvil modelo 2000, y la terminan montados  en una camioneta 4×4 nueva, con vidrios polarizados y vacacionando en el exterior. No hace falta más que ver lo que es obvio (se aceptan demandas judiciales contra exposición de las respectivas Declaraciones Juradas de eventuales ofendidos en su buen nombre y honor. Por supuesto, cotejadas con bienes que son de público conocimiento en cuanto a su usufructo, propiedad o posesión).

Tal como ya lo mencionamos en una nota publicada en Marzo de 2018 VER NOTA, la Comisión de Obras y Servicios Públicos del Concejo Deliberante, se encuentra presidida, desde Marzo de 2018 (mandato anterior) a la fecha, por el mismo concejal –José Macome quien antes orgullosamente exhibía junto a su nombre, alguna referencia a CAMBIEMOS y hoy solo firma como «Concejal José Macome» en su página Oficial.

Enorme sorpresa nos causa que en la portada de su página Facebook, el concejal de referencia muestra a su lado unos libros apilados que son nada menos que el «DIGESTO MUNICIPAL DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES DEL AÑO 1978″ Y QUE PUEDE ADQUIRIRSE (USADO) POR «MERCADO LIBRE» POR LA CIFRA DE $ 1.380. A la izquierda de la portada se exhibe una suerte de plano de un emprendimiento inmobiliario. Curiosidades de la función pública, sin dudas.

Así las cosas, observamos como el Estado Municipal de Yerba Buena, en las áreas de Obras y Servicios Públicos, Planeamiento, Etc. no solo no planifica, sino que simplemente deja que las cosas sucedan y trabajando sobre hechos consumados, otorga al emprendedor o desarrollador de turno, las excepciones que les quepa y a pedir de boca.

Los vecinos de Yerba Buena que no quieren o no pueden vivir en un barrio privado o country, asisten al tendido de enormes moles de hormigón que sirven para proveer energía a esos monstruos urbanísticos, con lo cual se arrasa con árboles que osen entorpecer su paso. Nunca a nadie se le ocurrió la posibilidad de soterrar. Eso sí, una vez en la puerta de un country, los cables desaparecen y para el desarrollador, es ahora sí un buen negocio el soterramiento de los tendidos de electricidad. Puertas adentro, los horrorosos e invasivos transformadores eléctricos, sencillamente no existen.

Así es que luego la ciudad que antes se caracterizaba por rotondas con canteros floreados, tal como sus platabandas. La ciudad que se jactaba de su frondoso arbolado, la de los grandes jardines delanteros que daban marco a una casona familiar, padece el peligro inminente del ataque a la calidad de vida del vecino -que en muchos casos- se mudó hace varias décadas durante el siglo XX a una ciudad que le garantizaba un bienestar en contacto total con la naturaleza.

Así asistimos atónitos al cambio de opinión del intendente Mariano Campero (papelón incluído), cuando vetó una ordenanza de su autoría y que prohibía la construcción de urbanizaciones especiales por encima de la línea del Río Muerto, para luego mandar a dar vergüenza a los concejales de su primera gestión, al tener que retractarse con una nueva ordenanza, ya que «reconsideró» en ese momento que «La normativa podría ser considerada inconstitucional, al limitar el derecho a la propiedad». En Yerba Buena -si hay dinero- lo privado mata al interés común; si es que tal cosa existe.

Mientras todo pasa, mes tras mes, año tras año, los vecinos de Yerba Buena, ven con resignación como los postes de granito que soportan tendidos de alta o media tensión, reemplazan a árboles majestuosos, los ligustros se convierten en tapias, las casas en Centros Comerciales, oficinas y consultorios médicos…

Yerba buena no es más la ciudad que soñó el Arquitecto y amigo, Máximo Cossio Etchecopar, que ya no está entre nosotros. Yerba Buena está cada vez más fea, cada vez más rígida, cada vez más calurosa, cada vez con menos aves. Sin embargo, otro tipo de «aves» tienen entre sus planes, grandes torres de edificios para la zona norte de la Av. Presidente Perón, además de los adefesios que hoy ya existen y que tapan la privilegiada vista de los cerros que dan marco al municipio.
El COU (Código de Ordenamiento Urbano) del que Máximo Cossio fue coautor, hoy es violado permanentemente con las malditas y «onerosas» excepciones que otorgan los señores ediles. Obviamente al decir «onerosas», nos referimos en términos urbanísticos… Es que el mismo tiene la falencia de haber quedado desactualizado y desde Martínez Zavalía a la fecha, nadie tuvo el coraje y el bagaje político para poder encarar su reforma sin hacer en el camino un desastre.

– «¿Sabés qué Pablito…?» «Estos malandras son igual que los otros; les importa un carajo Yerba Buena». «Son unos atorrantes que en lo único que piensan es en la guita y en hacer negocios» «Están haciendo mierda Yerba Buena, hacen como que te consultan pero luego hacen lo que se les da la gana» «Yo ya estoy cansado de esta mierda».

Nota de la redacción: Esta nota es una deuda moral con el querido Arquitecto Máximo Cossio Etchecopar, que supo soñar un municipio en donde lo urbano y la naturaleza convivieran en un equilibrio integral armónico y estético. Las palabras entrecomilladas del párrafo anterior, fueron expresadas directamente de «Máximo«, al Director de El Diario en Tucumán. Vayan pues en su memoria como testimonio viviente de un eterno desaprovechado por cada uno de los funcionarios que ostentó el cargo de intendente en este municipio.

Aviso Municipal: «Hoy sábado, podés hacer tu Eco Canje en el Shopping del Portal«.