El club del perro familiar

por Isaias Blas Marin de la Fuente

Hace unos días recordaba en un curso que dictaba para dirigentes la historia del perro familiar. Contaba cómo había sido un invento de los dueños de los ingenios para hacer desaparecer «empleados revoltosos». Por otro lado recordaba cuando nos juntábamos en un cantero a contar historias de terror, siempre estuvo presente la del perro familiar y sus cadenas.

Algunos tenían un tío, primo, o abuelo que lo vio por el campo caminar con sus cadenas y contaban comos los otros perros lloraban cuando sentian su paso. Ahora ese perro familiar nunca se llevó a los patrones, siempre se llevaba un par de obreros que en sus luchas pedían un aumento, o mejores condiciones salariales, el descanso dominical, o las restitución de un compañero a su puesto de trabajo.

El perro familiar era esa manera simbólica de representar el orden establecido por las normas, que las hacían los poderosos, los que detentaban los medios de producción. Este famoso animal tenía el poder de castigar, perro que ladra no muerde, dice el dicho, nunca nadie escuchó un ladrido así que supongo que debe haber mordido mucha gente.

Los patrones de los ingenios, para hacerse más ricos, para tener más suerte y abundancia, realizan un contrato con el Familiar, que es el diablo. Cada año le ofrecen un peón de los que llegan a la cosecha, para que se lo coma. Cuando muere un hombre, se dice que el Familiar «ya se ha hecho la víctima» (si muere más de uno es porque está hambriento). El año será de mayor provecho para el dueño del ingenio cuantos más peones coma el Familiar.

Esto explicaría el hecho de que en los ingenios más famosos de Jujuy, Salta y Tucumán desaparecieran peones todos los años y nunca se supiera qué había sido de ellos.

Los dueños tenían en la fábrica un cuarto oculto donde vivía el Familiar. Allí enviaban a la gente a buscar herramientas; pero ninguno de los que entraba volvía a salir. Los hombres que conocen de estas cosas son precavidos; llevan una cruz grande colgada en el pecho, un rosario en el cuerpo y un puñal en la cintura. Si les sale el Familiar a querer comerlos, le hacen frente y pelean.

Pueden quedar lastimados, con la cara y las manos arañadas y la ropa rota, pero se salvarán gracias a la cruz y al rosario; si el hombre no puede pelear con su facón, entonces será devorado. En los casos en que el peón sobreviva, los patrones les pagan fuertes sumas de dinero para que no avise a nadie y se vaya.

Podemos ver que los vestigios de la relación de amo a esclavo se mantienen y que el cuarto oscuro y oculto donde vive el perro familiar no es otra cosa que el deseo del patrón de castigar a los empleados «desobedientes».

Además de esto suena lógico decir que con la muerte de un obrero, se tendrá más suerte y abundancia, pues en esto juega la explotacion y el miedo de los trabajadores. Ante la posibilidad de la muerte el trabajador es mucho más responsable y menos quejoso.

El perro familiar ¿familiar de quien? De la conciencia del amo, familiar de su deseo mas íntimo, es la forma de exteriorizar su violencia, sin violar sus principios morales, es una dualidad, un escisión de la personalidad. Su lugar más oscuro, su lugar más oculto.

En los casos en que el peón sobrevive se les pagaba fuertes sumas de dinero para que no avise a nadie y se vaya.

Todos recordarán una pelicula de David Fincher, «El club de la pelea», y una escena que es excepcional. Con tal de chantajear a su jefe para que le pague a cambio de no trabajar, el personaje principal se arroja contra las paredes y los objetos de su oficina y se hiere hasta sangrar, antes de que los cuerpos de seguridad del edificio lleguen. Ante el incómodo jefe, Edward Norton representa sobre sí mismo la agresividad que el jefe está sintiendo hacia él.

Por consiguiente, cuando Norton se golpea a sí mismo ante su jefe, el mensaje que le está dirigiendo es: «Sé que quieres pegarme, pero eres demasiado cobarde para exteriorizar tu deseo, así que voy a hacerlo yo en tu lugar aquí tienes lo que realmente querías. ¿Por qué te sientes tan incómodo? ¿No estás preparado para aceptarlo?»

Es crucial, aquí, el salto entre la fantasía y la realidad: el jefe, por supuesto, jamás hubiera pegado a Norton, sólo fantaseaba con hacerlo. El efecto doloroso de la lucha contra sí mismo gira sobre el hecho mismo de que escenifica el contenido de la fantasía secreta que su jefe nunca será capaz de actualizar.

Sin ir más lejos es la misma fantasía cumplida por los patrones, bajo la figura del perro familiar. En la película al descubrirse los deseos del jefe de golpear a su empleado, le concede todos los pedidos. Aun el de cobrar sin trabajar. Antes le concedían todo para que se vaya así no se descubra la tentativa de homicidio.

Todos los sujetos para justificar actos «socialmente» detestables inventamos un mecanismo para descargar esos deseos. Norton inventó al personaje de Brad Pitt, la patronal creó al vengativo perro.