El cine le dio fama

Si visitas Mexico, Puerto Vallarta es un lugar recomendado, que no envidia nada a Cancún o Acapulco…
Hablar de Puerto Vallarta antes de la década del 70 era mencionar a un pequeño pueblo desolado bañado por las aguas del Pacífico justo en la unión entre los estados de Jalisco y Nayarit. Pero un acontecimiento cambió para siempre el destino de este lugar, que hoy transpira turismo desde sus circuitos más representativos hasta los rincones más insospechados.

Transcurría el año 1964 cuando John Huston decidió filmar en Boca de Tomatlán y Mismaloya la película «La noche de la iguana». Hasta allí llegó Elizabeth Taylor para acompañar a su gran amor, Richard Burton, mientras éste hacía de galán de Ava Gardner. Los rumores acerca del romance de Burton y Taylor, más la repercusión que tuvo la película, colocaron a Puerto Vallarta en un lugar de privilegio en el mapa turístico. Los primeros visitantes llegaron desde Estados Unidos y Canadá, quienes prácticamente consideran a Vallarta su segundo hogar. Luego algunos europeos, hasta que poco a poco el mundo lo fue descubriendo.

Aun así, para muchos argentinos acostumbrados a veranear en los destinos más tradicionales del país azteca, éste les resulta aún un territorio inexplorado. Error, en Vallarta hay tantas riquezas como en los más conocidos Cancún, Acapulco, Los Cabos o Playa del Carmen, con el plus de que aquí uno llega para disfrutar de un destino bien local. La primera recomendación para quien va por primera vez es que se prepare para sentirse un mexicano más, compartir la idiosincrasia de los «Pata salada», como suele llamarse a sus pobladores, mimetizarse con sus tradiciones.

El río Cuale, que fluye desde las montañas y desemboca en el Pacífico, divide la ciudad en norte y sur. Abajo se encuentra la pintoresca Zona Romántica, donde la Playa los Muertos convoca a los amantes del sol a playas de arena dorada repletas de bares que serpentean la costa. No hay como olvidarse del reloj y una vez que baja el sol (los calores son extremos) deambular sin tiempo por el Malecón, que se extiende desde la Zona Romántica hasta el inicio de los complejos hoteleros. Y cuando el sol se esconde definitivamente, el Malecón se convierte en un deleite para los amantes de la movida nocturna, con antros (boliches bailables) que reciben a mexicanos y turistas por igual. Imperdible La Bodeguita del Medio, un recinto de estilo cubano que combina lo mejor de la música latina con tragos típicos de esa región caribeña.

Los que prefieran refugiarse en un lugar más tranquilo pueden ir en busca de los platos que rescatan y ponen en valor los productos autóctonos, típicos de la zona, y tienen plan asegurado. Vallarta es la segunda ciudad, después del Distrito Federal, con la mayor oferta gastronómica del país. Comer a la luz de la luna en uno de los tantos restoranes con vista a la Bahía de Banderas es un buen plan. Lo mismo que visitar el Cafe des Artistes, un restorán que sí o sí hay que conocer antes de dejar la ciudad.

Andando caminos

Al norte del Cuale la Ciudad Antigua trepa a lo largo de la bahía hasta llegar a Gringo Gulch, escenario de la plaza principal, llamada Plaza de Armas, y del anfiteatro Los Arcos, donde es posible presenciar espectáculos gratuitos casi todos los días. El centro de la Zona Antigua conserva intacta su característica de aldea original. A medida que uno se interna en sus callecitas empedradas observa casas pintadas de blanco con techos de teja roja. No hay grandes carteles publicitarios. Por momentos el tiempo parece detenerse y cada postal es más bella que la anterior. Pera no hay que detener la marcha. De golpe irrumpen negocios de venta de todo tipo de artesanías, restoranes y diminutos hoteles boutiques de pocas habitaciones mezclados con las viviendas locales, la histórica Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, la calle Zaragoza, que lleva a Gringo Gulch, una empinada colina salpicada de residencias de los norteamericanos que se asentaron hace décadas en el lugar y lo adoptaron como su segunda casa. Al sur del río Cuale se inicia el circuito de playas, que se extiende en dirección al sur. Un buen programa es usar los servicios de los restoranes, ubicados prácticamente sobre la arena, a metros del mar. Casi todos ofrecen sombrillas y camastros durante el día y tienen mesitas para cenar a la luz de las velas por la noche. Muchos hoteles tienen playa propia, sobre todo las grandes cadenas con servicio all inclusive. Pero en Vallarta todo lo que uno busca generalmente lo encuentra, y aquellos que prefieren mezclarse con los locales tendrán en la playa Olas Altas (paradójicamente casi no tiene olas) un lugar para disfrutar de una jornada soleada, lo mismo que en la playa Conchas Chinas o Boca de Tomatlán (al sur de la ciudad), que como tantas otras son ideales para practicar esnorquel. En esta última, es imperdible ir en lancha hasta Los Arcos, un grupo de rocas gigantes de gran belleza.

Por último, las compras también ocupan un lugar de privilegio en la agenda de cualquier turista que visita México. Y Puerto Vallarta no podía ser la excepción. Por toda la ciudad se pueden encontrar galerías de arte llenas de piezas contemporáneas, objetos decorativos, moda, accesorios y artesanías. Un paseo obligado para ir de compras es la Isla Cuale.

http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=767313