Carteles, pizarras, gigantografías. Postes, cables y otras «Yerbas Malas» en Yerba Buena

La contaminación visual produce un impacto grave, perturba y hasta afecta la percepción y disfrute del paisaje o entorno y, por tanto al estado de nuestro cerebro que recibe demasiada información innecesaria como desagradable.

El constante uso de la vía pública de manera discrecional por parte de empresas, particulares y del Estado mismo, no solo distrae la atención de señalizaciones adecuadas como ser carteles indicativos sobre el tránsito, nombre de calles etc.; sino que abruma mentalmente y hace prevalecer lo feo sobre lo bello, lo obsoleto sobre lo útil y va en detrimento de la calidad de vida en ciudades como -Yerba Buena- que poseen un paisaje único.

El florecimiento de lapachos y tarcos, el marco imponente del cerro hacia el oeste, se ve opacado ante la presencia de cables, postes de hormigón y carteles indicadores de todo tipo. Así, desde un shopping hasta una empresa de servicios eléctricos, una concesionaria de automotores o los varios cientos de gigantografías que abundan en la ciudad, obstruyen y contaminan nuestro andar cotidiano.

Que el área de Planeamiento Municipal haya decidido ignorar la posibilidad de exigir el soterramiento del tendido de cables eléctricos, video cable, telefonía, etc.; que prevalecen cada vez más sobre el arbolado urbano, es inadmisible.
También lo es el hecho de que en todos los casos, éstos desaparzcan una vez que ingresan a los numerosos barrios privados y countries a los que abastecen de servicios.

La agresión visual provocada por los miles de metros cúbicos de hormigón, volcados en horribles construcciones de ciertos centros comerciales que carecen de todo tipo de criterio amigable con el medioambiente y el paisaje, altera cualquier criterio de identidad urbanística.
Así presenciamos el levantamiento de verdaderos adefesios cementicios, como un Hipermercado en la Avenida Pte. Perón en Yerba Buena, sin que se logre comprender cómo y bajo qué criterio se permitió erigir esta monstruosa obra.

Hace unos pocos días se vio brillar en la acera Sur de la Avenida Perón, frente a un conocido centro comercial, unos verdaderos espejos de hojalata que derivarán en gigantografías, en donde reza el número de teléfono para contratar tal supuesto «servicio» publicitario. ¿Quién y bajo qué criterio autorizó estos esperpentos?

En tiempos en donde la información y la publicidad puede ser segmentada y llevada a la mano del eventual interesado vía celular; algún «emprendedor» tuvo la genial idea de alzar esta cartelería sin que funcionario alguno esboce una opinión criteriosa enmarcada dentro de una regulación emanada de un adecuado COU (Código de Ordenamiento Urbano) que en la actualidad pareciera existir para ser «obligatoriamente» ultrajado.

Qué decir de los carteles de frente de obras, o los mismos que interrumpen el paso de los ocasionales caminantes en las platabandas de las dos principales avenidas de la «ex Ciudad Jardín».

Sin dudarlo, Yerba Buena es uno de los tres municipios con mayor belleza natural, sin embargo, años de falta de criterio, de incumplimiento de normas vigentes y de sentido común, le arrebatan al paisaje su innata belleza para reemplazarla por basura visual.

Desde las elecciones en las que revalidó su mandato, el intendente Campero pareciera haber sido abducido por un OVNI y el Concejo Deliberante pareciera cada vez estar más de adorno en el espantoso edificio en donde «funciona».

Si algún iluminado funcionario opta por prohibir y hacer retirar los kilómetros o toneladas de cartelería que agrede la retina de los yerbabuenenses y visitantes, haría una pequeña gran contribución que permita resaltar la belleza de esta ciudad.