Una paliza histórica y una intendencia en punto muerto

No hay otra verdad que la realidad. En las recientes elecciones provinciales del nueve de Junio, el actual intendente Mariano Campero le dio una paliza histórica al peronismo en su conjunto. «A llorar al muro de los lamentos…«.

La única propuesta polarizadora fue la de Acción Regional, un partido provincial que obtuvo y conservó espacios importantes en comunas, municipios y en la Legislatura de Tucumán, pero que no tuvo la visión como para intentar generar algún tipo de proyecto superador que le permitiese a Bernardo Racedo Aragón, alcanzar su objetivo y quedando relegado nuevamente en su deseo de acceder a la intendencia de «la ciudad detonada de baches tapados con moco«.

Sumado a esto, el peronismo puso a disposición de Campero una ventaja que nunca debe darse si se pretende el triunfo. Esto es el aval a la doble candidatura del actual concejal (por unos meses más) Walter «Kabuby» Aráoz, a intendente y concejal respectivamente en la «lista oficial» del PJ. ¿Para qué? ¿Para alcanzar una miserable banca en el concejo que le permita al «saltimbanqui» Héctor «Pilón» Aguirre (toledista, racedo aragonista, jaldista, alperovichista, manzurista y camperista), revalidar su concejalía? ¿Para esto se rompió el peronismo en Yerba Buena? Esta dupla logró «vender» tanto al gobernador Juan Manzur como al vice, Osvaldo Jaldo, que ellos podrían lograr sumar los votos peronistas a los que Racedo Aragón no podía acceder.

Los números obtenidos por Racedo Aragón y por Manzur, cotejados, muestran claramente que el ex presidente del Ente Tucumán Turismo y empresario, cosechó en votos, lo que había para cosechar para «la corona».
Lo claro es que con Racedo Aragón -por un lado- Kabuby Aráoz , por el otro y Luis Farina (candidato alperovichista), yendo separados a la contienda, definitivamente no juntaron los números como para perder bajo la excusa de que, «el peronismo unido le ganaba a Campero«. Todo un desaire y una humillación para quienes militan o simpatizan con el PJ.

Definitivamente Campero logró concentrar el espíritu antiperonista de una Yerba Buena que cada vez vota más como la CABA (Ciudad Autónoma de Bs. As.), mientras que como respuesta a ello, el peronismo le opuso un rejuntado conformado por la «obsoleta fauna peronista yerbabuenense«, sumados a representantes de sectores medios y altos (no peronistas), que se animaron a «poner el rostro» una vez más y pelear la batalla.

Dos cosas están claras. El peronismo de Yerba Buena debe renovarse y dar paso a nuevas generaciones, a la inclusión de militantes ya hartos de ser tratados como ajenos a esa fuerza, a pesar de haberla representado en más de una ocasión con candidaturas diversas y con disparejos resultados en la conquista del voto en los sectores en donde cunde el antiperonismo; al menos de «ese peronismo«.

No pasa desapercibido que nuevamente el ex intendente Daniel Toledo (fue segundo candidato en la lista de legisladores que encabezó «Sarita» Alperovich) quedó fuera de la legislatura y de todos los ámbitos de poder.
Pareciera ser hora de que los «dinosaurios» del peronismo yerbabuenense, vayan pensando en transmitir los pocos valores políticos vigentes que les quedan, en tiempos de modernidad y de una vez por todas tengan la dignidad de «colgar los botines» y dejar de ser un obstáculo para la renovación dirigencial en el partido de Evita. Hasta ahora, este grupo, en las últimas elecciones lo único que «evita«, es que el peronismo retome la senda del triunfo en Yerba Buena.

No se comprende que desde «Casa de Gobierno» se haya permitido que un referente  juvenil del PJ, como lo es «Kabuby» Aráoz y un nunca peronista pero hábil para acomodarse, «Pilón» Aguirre, vuelvan a servirse de la mesa del poder por doble partida, sin arriesgar nada y habiendo mantenido hasta último momento, su alianza con Mariano Campero (tejida a finales de 2017), la misma que El Diario en Tucumán denominó (ya en ese entonces), «KAMBIEMOS«.

En definitiva, «desde arriba«, no se termina de entender que «no se pesca mejor con más anzuelos, sino con mejor carnada«, ya que por lo general cuando se habla de política, dos más dos, termina siendo seis y no cuatro; mientras seis dividido en dos, termina siendo dos y no tres. Dos fueron los concejales que llegaron de la mano de la dupla de Gobernador-Vice, «Pilón» Aguirre (primer candidato de su segundo concejal, Kabuby Aráoz) y Marcelo Albaca, que llevó a Racedo Aragón de candidato a intendente. Un tercero, se sumó, pero con José Alperovich como «cabeza de fórmula» a gobernador; el siempre buen «cosechero» de votos, Alejandro Sangenis. Veremos si por alguna alquimia política, estos tres concejales se dignan al menos a conformar un bloque único en el «Concejo Deliberante Mariano Campero«.

Mariano Campero fue un claro y contundente triunfador en la contienda del 9 de Junio en Yerba Buena, supo capitalizar obras emblemáticas como el Voulebard 9 de Julio y el Canal San Luis. Ambas obras fueron gestionadas por Sisto Terán bajo el programa Norte Grande y licitadas durante la intendencia de Daniel Toledo, que no pudo o no supo concluir las mismas en tiempo y forma. Ni si quiera Campero lo logró en su primer mandato